martes, 19 de febrero de 2008

El Brillo del diamante loco

Por: Alejandro Aldana Sellschopp.

Siempre he considerado al disco The Piper At The Gates Of
Dawn, de Pink Floyd, uno de los mejores cd`s del grupo, y más aún uno de los mejores materiales discográficos de la historia del rock. Si bien para muchos seguidores el disco representa el germen de todo lo que sería la banda, también es muestra del inmenso talento de Syd Barrett, líder y compositor de la mayoría de temas que integran el cd, es el verdadero brillo del diamante loco, ya que Syd grabaría únicamente este material con los Floy´s, posteriormente colabora eventualmente en el segundo long play con pocas rolas, ya que debido al abuso de drogas, específicamente ácidos, Syd es internado en un manicomio.Esta joya del rock sicodélico cumple 40 años desde que el 5 de agosto de 1967 ignaurara la carrera de una de las bandas más importantes en la historia de la música. El paquete conmemorativo contiene tres cd´s, el arte corrido a cargo de Storm Thorgenson es de primera, el álbum forrado en tela marrón con letras en oro deja ver en la tapa frontal la famosa foto de Vic Singh, idea loquísima de Syd, donde vemos a unos Floy´s jovencísimos, vestidos con camisas estampadas de la excéntrica visión berretiana. Para los coleccionistas es un verdadero manjar, en el interior nos encontramos con ocho páginas, excelentemente presentadas con selección de color, del cuaderno de notas de Syd Barrett. El gran James Guthrie se encargó de remasterizar el material, y vaya que hizo un trabajo a la altura de la empresa, el sonido es impactante, cada nota, compás, coro, efecto ambiental es fielmente transmitido, confieso que la primera ves que escuché los discos fue en un minicomponente de la era prehistórica, y aún así disfrute de la calidad del sonido. El disco 1 y 2 contienen el álbum completo, las canciones que ya conocemos, sin embargo uno es la versión mono y el otro es la mezcla en estéreo. La gran mayoría tiene en casa la forma en estéreo, sin embargo a mi me gusta mucho escuchar las piezas en el mono, ya que guarda ciertas capas de música que imprimen de mayor dureza a la grabación, por ejemplo el órgano, muy a la Rick, que se escucha mejor en la versión mono de Interstellar. El 3 disco es una delicia ya que contiene todos los singles de la banda, sí, ya sé que me dirán que ese disco también venía en la súper caja negra de Pink Floyd, ok, ok, sí vienen los singles de 1967: Arnold Layne (que suena más actual que nunca), See Emily Play y la excelente Apples and Oranges; pero además contiene las caras B: Candy And A Current y Paintbox, y agárrense: tres súper rolas inéditas!!!, una versión de Mathilda Mother con la misma base musical pero con letra distinta, se trata de la letra original de la rola, en aquel entonces se les prohibió grabarla por broncas de derecho de autor, ya que usa unos versos de Hilaire Belloc, los dejará más que satisfechos, incluso uno duda en elegir entre esta versión o la original, la versión estéreo de Apples And Oranges, que no se había publicado de manera oficial, sólo circulaban versiones piratas, muy mal gravada, incluso recortada, y la cereza sobre el pastel: una versión del clásico Interstellar Overdrive que únicamente se editó en Francia. Se cuenta que un coleccionista prestó la copia del original del EP editado en Francia, James Guthrie se llevó la sorpresa al toparse con una versión distinta de Interstellar Overdrive, la versión es muy clara, transparente, los efectos de voces y aparatos interestelares se escuchan con mucha plasticidad, dejando en verdad los cimientos del sonido concreto que posteriormente explotarían los Floy´s hasta el cansancio, así que como diría un filosofo mexicano “no se hagan bolas” y no discutamos si ese aporte es de Allan Parsons o de Roger Waters, quien escuche el Piper sabrá que es una de las tantas aportaciones que legó Syd Barrett.Syd Barret fue un músico que se caracterizó por sus letras extrañas, tendientes a poetizar la realidad mediante complejas metáforas que resustentaban en pequeñas historias ricas en personajes que bien podrían recordarnos a la niñez, quizá por ello no nos sorprende que el nombre del disco proviene de uno de los libros para niños más bellos que se han escrito en Inglaterra, me refiero a El Viento en los sauces, quizá muchos de ustedes como yo siguió la serie por el canal 11, hace ya algunos años. The Piper At The Gates Of Dawn es el título del séptimo capítulo de este libro.El disco se grabó en los estudios, ya leyenda de la música, Abbey Road donde precisamente en las mismas fechas los Beatles gravaban ni más ni menos que su obra maestra El Sargento Pimienta que sería publicado dos meses antes que el Piper. Entre las tantas aportaciones del disco, encontramos el nacimiento de un subgénero llamado space rock, que Pink Floyd explota durante toda su carrera, recordarán que los conciertos de los Floy´s se anunciaban con carteles con dibujos de ovnis, platillos voladores y marcianos. La rolita Astronomy Domine presenta esta línea musical enriquecida con matices distorsionadas, voces que nos transportan a un vuelo más allá de la tierra, como una rareza les contaré que el disco que se editó en América la apertura del LP corre a cargo del tema See Emily Play. El cd comienza con la clásica Astronomy Domine, la música se hace presente con los sonidos que nos transportan al espacio sideral, es un viaje por un agujero negro, una verdadera montaña de potente alucinación musical. Lucifer Sam, es la historia de un gato que acompaña a Jennifer Gentle, una bruja que recorre la historia y el cd, sin duda la psicodelia se mezcla con líneas de pop, rock clásico, y un halo de oscuridad que una vez escuchado el disco no es fácil olvidar. En la versión mono hay una parte en que la música se escucha por un alta voz, casi opaca, y de pronto se desliza el órgano de Richard Wright, para después sobreponerse la voz de Syd cantando sobre ese enigmático gato.Una de mis rolas preferidas es Matilda Mother, creo que ahí está el germen del futuro Pink Floyd, el órgano, que hay que decirlo en este cd Rick es pieza fundamental para lograr ese sonido tan singular, dibuja la atmósfera que se fortalece con las líneas del bajo de Roger, el coro es bellísimo, sobre todo en la parte cuando el niño dice: “Oh, mother, tell me more”, exigiéndole a su madre que siga contándole ese cuento sobre un rey que gobernaba la tierra con un águila escarlata y caminaba mientras arroja plata a la gente.Flaming es una verdadera joya, hay mucho órgano sepulcral, efectos distorsionados, voces que se entrelazan y se sobreponen en capas, todos los sonidos forman muchas atmósfera que se sustentan en un eco formidable. Pow R. Toc H. (sí, así se llama), nos transporta a un lugar infernal, las voces producen sonidos extrañísimos, es una rola de sepa floyana, un corte del tipo que los hizo famosos en sus presentaciones en vivo, es totalmente instrumental, dilatando líneas de bajo, riff de guitarra, mientras nos embrujan sonidos de aves nocturnas, que luego escucharíamos en uma-guma. Take Up Thy Stethoscope And Walk, único tema compuesto por Roger Waters, los títulos locos, raros, dadas, surrealistas también son una aportación de Syd, Pink Floyd usará estos títulos en casi todos sus cd´s posteriores. Esta canción es más amable, bailable, contiene sonidos muy reconocibles de la época. Aquí encontraran un juego estéreo interesante, de pronto cambia de un alta voz donde suena la guitarra y en otro la voz, y sin más cambia de posición, dotando de un dinamismo excelente a la rola. Interstellar Overdrive otra rolita súper clásica del disco y de la banda, rolota, dura, heavy, sin frenos, se hace y rehace por 10 minutos, Syd deja ver sus dotes como guitarrista, sobre todo en los efectos que logra con las cuerdas, una verdadera locura psicodélica.The Gnome es una historia más de brujas, gnomos y seres de la noche, el tema es el ideal para conducirnos a la rola Chapter 24, un tema genuinamente de Syd, sobre todo en la letra, oscura, poética, enigmática, versos que parecen dictados desde la locura donde se ocultará hasta el día de su muerte en 2006. Basada en el capitulo 24 del I ching. Algunos versos dicen: “Un movimiento está acompañado de seis escenarios/ Y el séptimo trae el retorno/ EL siete es el número de la luz joven/ Se forma cuando la oscuridad se incrementa por uno”. Imposible no pensar en Syd como el flautista, el mago, el clarividente, ese que supo el secreto siendo muy joven, sí ese brillo de diamante que muchos años después describiría Roger Waters. The Scarecrow, la rola del famoso espantapájaros, hemos visto mil veces ese video donde aparecen Pink Floyd jovencísimos caminando por un inmenso campo de trigo, video que Roger Waters ha rescatado en sus presentaciones en vivo. Bike es una de las piezas más simples; pero no desentona en el contexto de las otras canciones, un tema de nuevo con referencias infantiles. Es el cierre perfecto.El Piper es sin duda el disco donde en realidad brilla el diamante loco.

domingo, 10 de febrero de 2008

La otra versión

(20,000 mil propuestas ciudadanas después se anunció el documento más importante
para el futuro a corto/mediano plazo de Yucatán)


Ya conocen la historia, no la quiero repetir. ¿35% menos pobreza al final de su mandato? Palomita. ¿Siete de diez personas con atención de calidad en hospitales? Palomita. ¿Desarrollar la pesca? Palomita? ¿El turismo? Palomita. ¿El sector agrario? Palomita. ¿La educación? Palomita, palomita. ¿Traer al Real Madrid a jugar al Salvador Alvarado? Palom… aaa no, disculpen, esa no fue de las promesas del nuevo Plan de Desarrollo, pero si el discurso hubiera durado un par de minutos más, seguramente lo hubiera sido.

Llego al recinto veinte minutos antes de las once. Está a reventar. Para variar, se puede ver ese extraño fenómeno que me ha tocado muchas veces en Yucatán. Hay dos colas: la primera con más de mil personas, la segunda no llegaba a veinte. Cualquiera podía formarse y pasar, pero curiosamente prefieren irse por lo seguro. ¿Qué diría el psicoanálisis al respecto?

Entro a la sala, estoy resignado a quedarme de pie, hasta que vislumbro unos lugares vacíos en la cuarta fila, están reservadas para el sector empresarial, así que con todo y el afro que llevo, pongo cara de hombre de negocios y me siento con toda calma. Nadie se queja. Me permito una pequeña observación: los lugares reservados para artistas de renombre están colocados en la segunda fila, mientras que los de la iglesia en la quinta. ¿Qué significa esto? Nada, apenas había un par de artistas, en comparación con decenas de integrantes del clero. Me pregunto si me podría sentar ahí poniendo cara de monja.

El evento tardó en arrancar. Don Voz Impostada, siempre presente, vocea a una niña perdida. Yo fantaseo con jugarle una broma en honor a Arturo Belano y los Detectives Salvajes. Pensé en pedirle que voceara el nombre de algún poeta muerto. Hubiera sido gracioso. Me acanallé.

La música de Luis Miguel sonaba alto, por un momento imagino a todos los diputados bailando en sus sacos grises. “No mires a la noche, no mires a la playa…”. Cambio de tono. Una hora tarde la Señorita Corazón hace su entrada con una canción que se asemejaba sospechosamente a la de Rocky. Aterriza en el estrado. La Señorita Corazón saluda a Don Voz Impostada que a su vez saluda a Burócrata Bien Peinado que a su Vez saluda a…. En fin, me entienden, pasaron más tiempo saludándose mutuamente que hablando del Plan de Desarrollo. Absurdo. Mientras tanto el público se sienta y se levanta, una y otra vez, como si estuvieran en misa, o en medio de la ola en el estadio. ¿Saludar a la bandera? Eso nunca, mejor buscar desde mi asiento una minifalda entre las miles de asistentes.

Después de un video seductor, la gobernadora toma la palabra. Me hacen falta unas palomitas. Por un momento se me ocurre sacarle la lengua para desconcertarla, pero me contengo. Los asistentes le aplauden por todo, no entiendo.

Se juntaron 20,000 propuestas. Es un número impactante que habla muy bien de los yucatecos. Desafortunadamente, en mi muy humilde opinión, tal encuesta no se reflejó en el discurso de la Señorita Corazón. Fueron los mismos rollos de siempre. Sentí que dimos un paso atrás: de veinte años. Hace unos meses me topé con un recorte de periódico de las promesas que hizo el Patito Negro cuando tomo posesión. Ninguna la cumplió, un verdadero fiasco. Increíblemente, la gente lo olvida.

Hay una cifra que tenemos que tener en mente: 35%. Dudo muchísimo que pueda cumplir con todo lo que prometió. Si llegamos al final de su mandato, y consigue reducir de forma radical la pobreza, me quitaré el sombrero, le aplaudiré. Si fracasa, tenemos que recordárselo hasta el cansancio, y sobretodo, aprender de una buena vez por todas, que a veces una promesa no significa nada.






¿Ven alguna minifalda? Yo no, puros burócratas, yucatecos, cabezones, populistas...


viernes, 8 de febrero de 2008

El colmo de la lambisconería.

Hoy abrí el periódico Tribuna, para ver qué es lo que pasaba en Campeche y en el mundo; y cuál fue la sorpresa al toparme con esto:

El periódico estaba tapizado por misivas de consolación a la Familia Hurtado, por el fallecimiento del padre del Sr. Gobernador. El espacio ocupado de los mensajes era tal, que ofendía al lector; y mucho más al escritor que quiere aparecer en periódicos.

Como pueden ver, no faltó ninguna empresa que mandara sus condolencias. No es difícil no imaginarse cómo discutían las empresas por poner la misiva. “No tiene que ser tan pequeño para que no crea que no los estimamos, además, “ese señor era el padre del Gobernador”, no hay que escatimar en gastos” Ni la muerte del padrino tuvo tal manifestación.

Pronto, el mandar las condolencias se transformó en un concurso de aduladores, por ver quién es el que mandaba más grande su mensaje. Como si el Sr. Hurtado se levantara en la mañana, para abrir los periódicos y buscar consuelo en las lamidas de pies de sus cachorros.


El ganador de los lameculos es... ¡El grupo Mall, que dedicó toda una plana completa!

Un convoy de camionetas que llevaba a todos los presidentes de los distintos municipios del estado paseaban por el malecón. Parecía la edad media, en donde todos los héroes acudían prestos a la muerte del padre del rey. Es cierto que la junta de la comunidad del anillo de Campeche era por la reunión con el presidente Felipe Calderón. Pero desde las 9pm se preveía que se cancelaría dicha reunión con el presidente. Nosotros, como todos unos profesionales, pensamos que era una estupidez y una falta ética el cancelar la reunión porque murió el padre del señor Jorge Carlos Hurtado Valdez. No se puede parar el estado ni el país por la muerte de un familiar. Es como en el circo y en el teatro: la función debe continuar. Al final sí se suspendió dicha reunión, y que pena. Espero que la muestra de lambisconería disfrazada en solidaridad (porque aceptémoslo, los que mandaron su mensaje, lo hicieron porque se sintieron moralmente forzados por tratarse de un familiar del gobernador) les haga sentir un poquito mejor, porque aquí hay muchos problemas que no nos dejan dormir y lo que menos nos importa es si algún día vamos a dejar esta vida.

Los colaboradores de Los viajes de Wilberth le mandamos nuestras condolencias a la familia Hurtado Valdés, pero pónganse a chambear. Aquí queremos recordar al Señor Jorge Hurtado Oliver como lo que fue: …el padre del gobernador.

martes, 5 de febrero de 2008

Los Que fueron Martes

Hoy salí de mi casa con rumbo a la de mi tía, pues ahí quedamos toda la familia, en reunirnos. Y yo, como todo un antisocial, fui el último en abandonar mi casa. Al cerrar la puerta supe que el día iba a ser calurosamente fatal. 36 grados era la temperatura; el ambiente de la sangre y los órganos dentro de un cuerpo humano.

Nada podía ser inhóspito como la calle. Estaba completamente vacía. Raro, vivía en el centro de la ciudad y no había un alma. Chequé mi reloj por si no me había equivocado, y no, eran las 3:10pm. No había vida en el centro, y eso que la calle 16 es una de las más transitadas del centro de esta ciudad. Pero ni un movimiento se asomaba. Ni siquiera el aire.

Caminé de lo más normal, sin dejar de observar mi alrededor. Doblé en la esquina de la 53 y me dispuse a ir al mercado. No había un alma. Seguí subiendo la calle. A lo lejos noté que la calle estaba bloqueada con una pequeña reja. Todavía estaba presente la ridiculez de lo de Silent hill. Me acerqué y noté que el mercado también estaba vacío. “¿Dónde chingados está Campeche?” Me quedé en la esquina con el sol calentando a fondo. No había nada. Caminé hacia Uribe para ver si algo pasaba en el otro extremo. Casi al llegar a la entrada del pasillo, vi que se acercaban unos seres que parecían personas. Una persona pequeña que parecía un niño se detuvo frente a mí y se sorprendió por mi presencia. Estaba completamente manchado de colores, parecía como si el color de su pelo, el de su piel y el de todo su cuerpo hubieran sufrido un choque. Sólo le podía reconocer sus facciones, y sus ojos que se abrieron por mi presencia, como si fuera todo un Mesías al que estaba esperando.

El niño retrocedió y corrió gritando, “aquí hay uno”. Me pareció que todo estaba por complicarse. Así era, detrás de él salieron 7 personas, igual de coloridas que él, y se dirigían hacia mí. Supe que estaba en peligro, así que corrí hasta pasar la valla. Volteé y noté que ellos no podían cruzarla. Me detuve y pude ver sus caras revueltas de molestia y color.

—¿Por qué no vienes, Güerito?—decía uno mientras sostenía un pedazo de tela mojada con pintura morada.

Recordé que era martes de pintadera, toda una tradición en Campeche. Ese día, después del sábado de bando, en donde desfilan carros alegóricos; y del lunes de aguacero, en donde se moja a la gente sin piedad; seguía el martes de pintadera, en donde toda la ciudad se ve presa de los desquiciados monstruos que salen a pintar a todo aquel que se le interponga en el camino. No importando que sea el gobernador o el perro de cualquier vecino. Es tradición, y se tiene que respetar. Comprendí que las vallas eran los límites de los deformes multicolores, pues el gobierno no permite que se pintarrajeé el centro de la ciudad, pues es patrimonio cultural de la humanidad, y por las murallas. Así que dentro del centro estaba a salvo de la pintura. Pero el problema se agravó cuando noté que enfrente, en el mercado paraba el camión que me llevaría a la casa de mi tía, en donde estaba toda mi familia.

—Tendrás que salir, güerito y nosotros te vamos a esperar—dijo el mismo que me había hablado, mientras los otros babeaban de regocijo.

Maldije por segunda vez en mi vida, el no haber sacado un duplicado de llaves de mi casa. Eso complicaba las cosas, tenía que ir hacia donde estaba mi familia, o esperar a que llegaran, pero fuera de mi casa y con el calor infernal.

Pensé correr hasta la otra calle, pero ellos captaron mi idea, y cuando llegué estaban ahí, prestos a latiguearme con sus telas tiesas.

Me quedé esperando un momento. Ese momento se prolongo a 20 minutos. Dos más llegaron a aglutinar el grupo de sedientos. Caminaban como si tuvieran quebradas las piernas. Creo que mi olor los atrajo, y todo porque no me puse el desodorante antitranspirante. Los pintarrajeados se movían en círculo, lentamente, esperando a que sacara un brazo o una pierna para poder llenar de pintura. Unos se comunicaban con berridos, señal de que habían venido desde tan lejos para darse su banquete.

Podía ver sus ojos saltones, muestra de lo que pensaban hacerme una vez que estuviera a fuera.

—Serás uno de nosotros. Aunque no quieras, te vamos a pintar. Y no esperes a que sea pintura de caballito, es de aceite, cabrón—Exprimía su trapo para dejarme ver el color ocre con que me iba a manchar mi camisa del Real Madrid—Uyy, ahí vienen más víctimas—pude ver que venían una señora, una joven rechoncha y un muchacho hacia donde estaba.

Mientras se acercaban, los monstruos plásticos celebraban como tribu.

—Ay madre. Estos locos nos van a pintar—dijo la señora mientras visualizaba a todos— ¡Hey! Yo no quiero entrar a su jueguito, así que respeten a las damas y déjenme pasar.

—Lo siento señora, pero hoy no hay reglas. Así que reclámele a su señor que los haya abandonado este día— y cuando terminó de decir esto, sus compañeros celebraron al cielo su prudente amenaza.

—Esta juventud sí que no respeta nada. Claro que le diré a mi “Señor”, como tu le dices a Hurtado. Debería de haber una patrulla en cada esquina, y no hay ni siquiera un gendarme.

—Oye, chavo—dijo el joven que vino—no seas cabrón, deja pasar a la señora y a la muchacha. No ves que ellas van a misa.

—Cálmate, tu caballero. Te crees muy chingón por tu peinadito militar. ¿Por qué no mejor sales para que te unas? Te la vas a pasar a toda madre.

—No, gracias. Tendré que declinar esa invitación.

—Pues jódete, porque aquí nadie se va sin una mancha en su cuerpo.

Nos quedamos mudos sin decir nada, esperando a que llegara una patrulla. Nada pasó, ni siquiera una bicicleta. Un camión pasó solitario y se quedó esperando pasaje. Nuestra vista se centró en el camión. El más animado de los animales notó nuestra observación.

—¿Qué, por qué no cruzan? Si quieren agarrar el camión, pasen esta madre y párenlo.

Por un momento, pensé que podía correr tan rápido que no me alcanzarían, pero eso no era posible.

—¡Nos vamos a quedar aquí toda la tarde!¡No lo puedo soportar!—gritó la joven con una histeria que alarmó a todas las presas—¡Necesito llegar a mi casa!¡Necesito entrar al Chat a las 6.

La agarré y le di una cachetada. Otra de vuelta mientras le decía que se calmara. La tercera siguió. La cuarta, la quinta, y cuando cerré mi puño para darle un terrible puñetazo, el muchacho me sostuvo.

—¡Suficiente!La vas a noquear.

—Gracias. Lo necesitaba—dijo la choncha.

—La verdad que sí—le dije.

—Caray, Güerito, se ve que te pesa la mano. Creo que serías un buen compañero para pintar a los de la concha.

—¡No voy a entrar! ya te dije. Ni aunque me pintes.

—Eso dices ahora. Nadie se va pintado sin desquitarse con unos cuantos. Ve al Popochas. Estaba sentado en las bancas del parque de San martín y le caímos a mordidas, y velo ahora, todo un miembro del equipo.

—¿Por qué no se van?—dijo el joven, mientras cruzaba los brazos—es seguro que más adelante hay mucha gente que pintar.

—Te voy a ser sincero. Porque nosotros queremos que ustedes sean los siguientes.

—¡Maldito día del carajo! Cómo odio el carnaval—grité con tal desprecio, que la joven regordeta se preparaba para aplicarme el calmante—Estoy bien, estoy calmado.

El tiempo de espera se prolongó a una hora, y el cansancio, aunado con el inclemente sol, hacían estragos a la presas que esperábamos esperanzados, a que un policía nos rescatara. Los camiones tardaban más tiempo en llegar. Supe que pronto iban a dejar de pasar los camiones. Cuatro pintados desistieron de esperar y se fueron por más presas. Eso nos alivió un poco.

El muchacho nos llamó para una junta.

—Tengo un plan. Vengan—nos reunimos para escuchar—Esperar a un camión es tan irregular, como el ciclo menstrual de mi novia. Tenemos que hacer algo al respecto.

—Pero que podemos hacer, joven, los locos están esperando.

—Un taxi.

—En la madre, yo tengo celular—repuse orgulloso.

—¿Por qué chingados no nos lo dijiste antes?

—Es que no se me ocurrió—quedé como un idiota, pero el celular borraba toda falta.

—Bien, miren, vamos a llamar un taxi, y le decimos que venga aquí. Los locos se tendrán que mover para darle paso al taxi y así nos metemos todos, limpios y sin problemas.

—La verdad es que dudo que se muevan los locos—dije desesperanzado—además, no creo que el taxista quiera acercarse a los pintados.

—Cierto… ¡Lo tengo! Tendremos que decirle que nos espere enfrentito y nosotros corremos para meternos.

—Eso lo hubiéramos hecho con el camión.

—Sí pero con el taxi, lo podemos mover hasta más cerca. Además, la señora no creo que corra rápido.

—Buen punto. Que haremos con la señora.

—No se preocupen. No me importa que me pinten. No se detengan por mí.

—No. Espere. Usted se va hasta San Juan, antes de que llegue el taxi. Seguramente algunos locos irán por usted. Cuando nos subamos al taxi, pasamos por usted, salimos el muchacho y yo para que nos correteen, y así le dejamos el camino libre para que usted suba sin problemas. Nosotros llegamos después de darles una vuelta para subirnos al taxi e irnos a nuestro hogar. ¿Cómo te llamas?—me preguntó.

—Wilberth.

—¿Puedes correr como diablo, Wilberth?

—Claro.

—Excelente plan, Dios quiera que todo salga bien—dijo la señora.

—¿Haciendo planes?¿o sólo se ponen sabrosos para nosotros?

—¿celoso?—dijo la gordita.

—Para nada. De todas maneras serán míos en unos momentos.

Hablamos a Radiotaxi águila. Pedimos el carro. 340 era el taxi que nos esperaría enfrente. Dimos órdenes de que nos esperaran pasando el peatón. Nos dijo que no subiría a pintados al carro. Nosotros aceptamos. Al colgar, la señora fue con dirección a San Juan. Mis nervios subían como espuma.

—¿Qué intentan hacer? ¡Pito, loco y chumín, sigan a la señora y pinten a discreción!

—Sale—gritaron los nombrados y bordearon los límites, siguiendo con paso cojo a la señora.

—¿Creen que se irán sin una pinche remojada? Eso lo quiero ver.

—Pues estate atento—retó el joven, mismo que se me olvidó preguntar su nombre.

Los trastornados remojaron sus telas en la pintura. Aullaron de alegría al sentir que pronto tendrían carne.

—Déjenme al catrín—mencionó el líder, señalando al estratega—Ustedes chíngense a la gorda y al Güero.

El taxi esperó donde le dijimos, y abrió las puertas. Nosotros le hicimos la señal para que supiera que éramos los que llamamos.

—¡Ah, cabrones! Pidieron taxi. Pues…

No había terminado de hablar y emprendimos la carrera. Corrí como si mi vida dependiera de mis piernas. Mi tobillo izquierdo se dobló como una palmera en un ciclón, pero no dejé de acelerar. Oí las cimbradas a lo lejos. Era seguro que a alguien habían atrapado. Un grito casi animal erizó mi piel. Era la gordita, que gritaba de tristeza al ser atrapada por un gañán. Llegué, sabe Dios cómo, al taxi.

—¡Rápido, Rápido, suba!—cerró la puerta mientras mi perseguidor veía perdida su oportunidad de pintarme.

Adentro del taxi, supe que era el único que abordó la unidad. Pude presenciar la carnicería plástica de mis compañeros: la gordita siendo presa de los cintarazos de color verde olivo de un loco; y al joven en el suelo, siendo revolcado, hasta con brocha, por el líder, mientras este se regocijaba con el azul negro de su trapo. Aparté con dolor mi vista sobre mis compañeros caídos.

—A dónde lo llevo, joven

Me acordé de la señora.

—Aquí a la vuelta, en Tubos y tubos, vamos por una señora. Dimos una larga vuelta para recoger a la señora. Y cuando pasamos por ahí, la vimos sentada en una banca de la iglesia. Pintada, llorando y con un zapato en la mano.

—Le recuerdo que no puedo llevar a pintados, joven.

Desistimos de llevarla y le dije que nos fuéramos de ese infierno.

—¿A dónde lo llevo?

—A colonial, por favor.

El camino se me hizo amargo, pero con una calma por haber salido limpio de esa afrenta.

—Qué malos se han vuelto los jóvenes hoy ¿No cree, joven?

—Sí.

—Pobre señora. Me acuerdo que en mis tiempos no hacíamos tales aberraciones. ¿era familiar suyo?

—No.

—Qué bueno. Porque sí le dieron su manita de gato a la pobre señora.

—Sí—dije desganado, como una señal de que no quería esa conversación.

Llegamos a la entrada de Kalá. En las primeras esquinas pude ver varios grupos pintados, danzando de alegría.

—¡Mire a esa pobre que están pintando!—me señaló a una desafortunada dama que era violada, estéticamente hablando, por dos jóvenes ennegrecidos.

Qué imagen más bizarra. Pero nada le gana a la escena que presencié en la cancha de colonial. Era una cabeza de un Barney de piñata en fuego. Alrededor había toda una tribu de desalmados venerando al fuego y a la pintura en aceite. Pude ver a uno con su camisa de Juan Camilo Mouriño totalmente pintada. Era mi primo.

—Qué escena más tétrica, ¿no?—insistió el taxista.

—Ya lo creo.

Estábamos cerca de la casa de mi tía. Todo parecía estar en caos. Hasta que llegamos a los umbrales del hogar. Bajé del taxi, no sin antes pagar. Apreté mi camisa original del Real Madrid como señal de alegría, pues había salido sin un manchón de este día.

Llegué a la puerta y golpeé. Me sacudí el poco de sudor que escurría por mi frente y volví a tocar. Volteé a ambos lados para asegurarme de que no había moros con pinturas. Toqué de nueva cuenta, acompañado de un “Buenas”. Nada. Al voltear de nuevo, vi horrorizado a dos niños que caminaban hacia mí, con la vista fija en mi cuerpo, más bien, en mi camisa. Toqué con más fuerza y grité con un tono más alto, y al voltear, los niños se habían multiplicado a seis. Caminaban desde la esquina con tal lentitud como si gozaran la respuesta de su víctima. Aporreé la puerta, incluso la pateé. Nada se oía. Vi por la ventana. No había movimiento dentro de la casa. Los locos ya eran diez, estaban como a 20 metros de mí. Supe que no me abrirían la puerta. Talvez ya se habían regresado a mi casa. Los niños se acercaban más. Decidí correr, pero al ver la otra esquina, vi a unos tipos sentados, tomando unas cervezas. Volteé de nueva cuenta con los niños, y en su cara puerca, había una sonrisa malévola. Supe que no tenía opción. Era preferible ser presa de los latigazos sin fuerza de unos diez niños, que a los vigorosos trapazos de seis hombres borrachos. Me hinqué ante los niños, cerré mis ojos y dije:

—Por favor, no manchen el número y el nombre de Zidane.

Y me cundieron a trapos, sin piedad.