viernes, 16 de mayo de 2008

Arte y política



Por: Alejandro Aldana Sellschopp.

Para: el maestro Ricardo Cuellar.

Todos conocemos la historia: en la Asamblea Revolucionaria Francesa los representantes del pueblo tomaron sus respectivos lugares, dicha posición física se convirtió en un sello ideológico. Llamarse de izquierda o derecha se convirtió en una carta de principios. Al paso del tiempo muchas han sido las etiquetas que han usado los grupos antagónicos en la arena política: liberales y conservadores, autoritarios y libertarios, progresistas y reaccionarios, fascistas y antifascistas, reformistas y revolucionarios, etc; sin embargo siempre ha prevalecido la separación derecha-izquierda.
Hoy en día la dicotomía goza de mala salud, crisis que se puede observar en el mundo entero. En México la situación es alarmante, el uso de la ideología de derecha o izquierda es en el mejor de los casos arbitrario, se han convertido en estampas intercambiables al mejor postor, por sobre la ideología se prefiere a grupos de poder camaleónicos y resbaladizos.
Estamos viviendo la época de los falsos enterradores, quienes proclaman con falsa autoridad la muerte de: la utopía, la razón, la historia, las revoluciones, el arte, y claro de las posiciones izquierda-derecha.
El artículo publicado por el maestro Ricardo Cuellar en El Heraldo de Chiapas, titulado El intelectual y el ideólogo, me parece acertado y de una lucidez poco común en los escritores chiapanecos (Cuellar ya es Chiapaneco). Cuellar se atreve a decir las cosas con la crudeza que algunos temas exigen, él ha preferido equivocarse públicamente, ha tener siempre la razón en un enmohecido cubículo seudoacadémico. “Quien o quiera contradecirse, que no hable”, decía con sabiduría Miguel de Unamuno.
En nuestros días aún prevalece, cada vez menos afortunadamente, una visión ideológica por encima de la estética para analizar obras artísticas. Aceptar o rechazar un libro partiendo de su orientación ideológica, o en razón a las simpatías políticas que profesa el autor, no sólo me parece un grave error de análisis, sino una verdadera perversión.
Quién podría sostener que: Borges, Pound, Neruda, Revueltas, Milton, Gohete, Paz, Vargas Llosa, Sabato, son malos artistas por tener fuertes convicciones políticas.
La politización del arte es una de las formas más efectivas para matar el arte mismo, lo cual no quiere decir que una obra no pueda tener un contenido ideológico o político. Los Miserables de Víctor Hugo, La Madre de Gorki, Los Días Terrenales de Revueltas, Un día en la vida de Iván Denisovich de Alexandr Solzhenitsin, son novelas con una ideología bien delimitada, con un sustrato político importante; pero que su concepción es sin duda estética, estos trabajos son en primerísimo lugar excelentes novelas, cada una representa el alto grado de maestría que puede llegar atener el arte de escribir.
Tanto las izquierdas como las derechas han perseguido, censurado, descalificado el trabajo de los artistas que no comparten sus ideas. En la ex Unión Soviética se denominó “arte decadente” a todas las vanguardias del siglo XX, recuerdo un video en el que aparece Nikita diciendo que la cola de una vaca embarrada en pintura, pintaba mejor que Kandinski. Los nazis llamaban a la vanguardia “arte degenerado”, para ellos el arte verdadero era el “gran arte alemán o ario”.
Adolfo Sánchez Vázquez señala que: “ …en la obra artística, el contenido sólo existe como contenido formado o creado. Y que como tal, el contenido político- así formado o creado- es parte indisoluble de ese todo que es la obra de arte. La distinción derecha-izquierda al abstraer el contenido político –exterior a la obra- de ese contenido nuevo, creado, que sólo existe en ella y por ella, se sitúa fuera del arte”.
Si centramos el análisis de una obra en su vertiente política o ideológica es un grave error, ya que no estamos estudiando la obra de arte en sí, en su propia naturaleza. Como metodología de análisis es importante conocer el contexto socio-político en el que se generó la obra, sus implicaciones sociales, etc, etc; pero sin olvidarnos nunca que nuestro interés fundamental se encuentra en el objeto estético en sí.
Sánchez Vázquez nos ilumina: “No hay, pues, por su naturaleza específica, un arte de derecha y otro de izquierda, aunque-como en otros campos- cabe optar semejantes posiciones ante la política artística que promueven el Estado o ciertos sectores sociales…”
Considero que Gramsci logra como pocos la síntesis de la discusión cuando dice: “El arte puede ser político, pero a condición de que lo sea como arte”.




lunes, 21 de abril de 2008

La ley de precio único

Hoy nos veremos un tanto serios y hablaremos sobre la dichosa ley del precio único, que se quiere emitir a los libros. Primero diré que es una ley que se ha llevado al senado para que se acepte. Esta ley fue vetada por Fox durante su mandato.

La ley, en sustancia, lo que intenta hacer es que se fije un precio único a todo libro. Esto haría que un libro cueste lo mismo en todas las librerías de la república mexicana. Y que no fluctúe tanto el valor. El fin de esta ley, dicen los que la propusieron, es salvar ayudar a facilitar el aumento al hábito de lectura en la sociedad mexicana, y sobre todo, ayudar a las pequeñas empresas de libros que se ven desplazadas por las grandes. Esta ley se basa en los buenos resultados que se dieron en su aplicación en países como Francia y España, en donde se efectuó para que no desaparecieran las pequeñas librerías.

A todas luces suena muy bien. Y con la temeridad de que, todo por el bien de la cultura decimos que adelante. Y para rematar, las grandes esperanzas nos dicen que con esto se quitarían los grandes monopolios editoriales que hay en México. Además de abrir más librerías en nuestro país, que mucha falta nos hace.

Pues ante esto, decimos que adelante. ¿No? .Pero el problema no es tan sencillo, ni tan simple como nos lo dejan ver. Tenemos que la ley dicta que todo aquel que irrumpa en la baja de precio de un libro, será sancionado. En pocas palabras, queda prohibido toda oferta o ganga en las librerías. Esto parece una estúpida medida que no ayuda en mucho a la venta de libros, pues el precio que se fijará queda en manos de las casas editoriales de nuestro país, dándole así el poder de ponerle el precio que les plazca. Con esto sólo vemos que el dichoso plan de disolver el monopolio es, en gran medida, una falacia. Muchos escritores están a favor de la ley del precio único, pero no prevén esta propuesta no resultaría del todo útil, sino todo lo contrario. Se ciegan por los resultados que les dio a España y a Francia. Pero con todo respeto, el problema que tenían en España, era que se perdían las pequeñas librerías, y la ley era para ayudar a este sector, y no se enfrentaban al problema de que no hubiera librerías, como es el caso de nuestro país. A nosotros nos hace falta librerías y un plan de distribución más eficaz. Además, en España y en Francia, el índice de lectura es muy superior al de nuestro país, y gracias a que su sistema de distribución les ha dado el orden y el método para poder subsistir y abastecer bien a sus consumidores. En México, nos come el monopolio y la falta de orden, pues ante las opiniones de unos en que sí se lee en México y otros que dicen que no, sólo deja en claro que somos expertos en contar, mas no en construir. Sí se lee en nuestro país, y lo que hace falta es más apertura en la distribución. Los que se amparan a esta ley despotrican con las grandes empresas como “Sanborns” y “Comercial Mexicana” porque ellos venden libros y ellos son los culpables de que no haya librerías, cuando la verdad, más que bien, estas empresas acercan a cumplir la tarea de satisfacer a los lectores. Además, en España, en los aeropuertos, se venden libros y no precisamente son librerías los que los venden.

Estoy de acuerdo de que se aplique un precio único a los libros, pero que no se castigue la oferta de estos. Que haya una sana y libre competencia. Ya que se me hace estúpido castigar a los que te faciliten leer una buena obra.

Ayer escuché un debate sobre este tema, y uno de los panelistas, que era un ensayista y estaba a favor del precio único (Daniel Goldin) decía que es una vergüenza ver un libro cerca de los tomates y los jabones, y que un libro no es cualquier cosa, como para que se regatee por él, que no son zapatos ni calcetines, que es mucho mejor que eso, es un libro. Yo creo está confundiendo libro con obra. Una “Divina Comedia” no es peor por ser barato, a otro libro de la “Divina Comedia” que salió más caro. Ni tampoco mi acercamiento con la obra de Walt Whitman se verá a menos, porque compré su libro en Aurrera. Pienso que los libros, como la comida, deberían de ser gratis, y si alguien roba un pan para comer o un libro para leer, no debe de ser castigado. Un libro es un objeto que da placer, como el mismo Daniel Goldin dijo, pero no es un artículo de lujo. Un libro es un conducto, un medio para que la obra fluya, y mientras menos troncos haya en la carretera, más rápido llegaremos a nuestro destino.

La ley del precio único es una gran idea, pero no es factible para nuestro país. Hay lavarnos la cabeza para después lavarnos los pies. Una reestructuración y ordenamiento de los registros de distribución sería un gran paso para el mejoramiento de la lectura. Y en México sí hay lectores, pero no se hace bien. Eso es problema de la educación que se imparte. Y el otro problema es que, hay lectores, pero no hay libros. Es por eso que el Internet se a convertido en una herramienta muy útil. Sin embargo, nos hace falta librerías.

Un maestro decía que cuando estuvo al frente de una biblioteca, y sus números daban como dato que 20 libros se habían perdido, dentro de los cuales habían obras como de Cortazar y Rulfo, su supervisor lo regañó por las pérdidas y el le contestó: “yo creo que no debe de molestarse, al contrario, hay que estar satisfecho, pues hay por lo menos 20 personas que van a leer”.

viernes, 4 de abril de 2008

lunes, 17 de marzo de 2008

Cultura e institución

( Y con ustedes, el poeta intergalácito, el perredista, el panista, el priísta,

el mero mero, el amo de las letras yucas: Oscar Sauri)











Cultura e institución
Joaquín Peón Iñiguez



Estamos viviendo un fenómeno sin precedentes. Para bien o para mal, hay miles de artistas. Lo que podría ser interpretado como una consecuencia del a sobrepoblación, también se puede percibir como una búsqueda obsesiva de reconocimiento. La demanda le ha dado mucho más poder a los Institutos de Cultura. De pronto su presupuesto se multiplicó enormemente, y se vieron en la difícil tarea de ser un filtro que saque a relucir lo más destacado en los terrenos de la creación. Desafortunadamente, casi siempre nos han quedado a deber.

El nuevo Instituto de Cultura tiene buena cara. En sus primeros meses en el cargo, Renán Guillermo ha logrado lo que parecía imposible, mantener contentos a cientos de artistas berrinchudos. Cada uno de ellos se siente el más talentoso, cree que merece una publicación, una beca, un homenaje en el Peón Contreras. Por el momento no he escuchado grandes quejas. Parece que encontraron un equilibrio y las puertas que el sexenio anterior estaban (literalmente) cerradas, ahora están (simbólicamente) abiertas. Las pequeñas cortesías dicen mucho.

Uno de los grandes méritos de esta nueva administración ha sido encontrar un balance entre el folklor y las nuevas expresiones. El director ha mostrado mantener mucho interés por la trova, el teatro, y la danza yucateca. Sin embargo, no se ha dejado llevar por sus gustos personales, ni por esta extraña tendencia hiperyucatequista que se ha dado con la Señorita Corazón.

Otra decisión atinada fue la de nombrar a Adalberto Pinzón en encargado del sector enfocado en los jóvenes. Aunque al principio había cierto escepticismo en el ambiente, ha logrado cerrar algunas bocas con su trabajo. El Encuentro de Cultura Alternativa es una iniciativa que vale la pena mantener.
Lo que es una pena es que Oscar Sauri siga a cargo de literatura. Se rumora que su puesto ya es de adorno y que ha perdido poder, pero lo que algunos estamos perdiendo es la paciencia. Confío en que lo saquen pronto, lo último que queremos es una dictadura cultural, doce años limitando el desarrollo de la literatura yucateca por el criterio limitado de una sola persona.

No se trata de ambiciones personales, no me puedo quejar de los espacios que he obtenido (aunque la gran mayoría los haya conseguido de forma independiente). Se trata de sentido común y de un poquito de dignidad. Las paredes escuchan y gritan. La actitud de Sauri es una ofensa a la inteligencia de los creadores. Su cinismo es evidente. Muchos nos sentimos agredidos por el descaro del señor. No se entiende que sigue haciendo ahí. Aunque le reconozco sus logros (sobre todo las salas de lectura) y lo juzgo sólo en su papel, es evidente que urge un cambio.

Afortunadamente se han tomado medidas “transitorias”. Las nuevas labores que les fueron asignadas a Roldán Peniche y a Jorge Cortés deben de maquillar el asunto. Me alegro por ambos, aunque particularmente por el segundo. Lo tuve como maestro por año y medio en la universidad. Y puedo destacar, sin lambisconeos, que se trata de un hombre honesto, inteligente, que buscará obsesivamente lo que sea mejor para la cultura en el estado.

Del otro lado está el Ayuntamiento. Tampoco hay grandes quejas para Roger Metri. Aunque si las hay sobre una exposición en particular. La semana pasada Debora Carnevali fue censurada en el Olimpo. Su pieza consistíó, basicamente, en dejar las paredes en blanco para que la gente tuviera una vitrina de primer nivel para expresarse. Resumiendo: se pintó un “gran pichón”, y se escribió una frase hereje. Hasta la policía se metió. Lo que es una lástima es que “el chino”, el curador que recibe decenas de miles de pesos por cada chamba, no salió en su defensa. Es una lástima que un “cuelgacuadros” (cito a un anónimo pintor local) haya frustrado una iniciativa tan interesante.


En fin, ese es el riesgo de esta nueva relación fraternal entre artista e institución. El que juega con fuego se puede quemar.









(La trova yucateca, como el mezcal, hay que tomarla con medida)


martes, 11 de marzo de 2008

Lolitas: Pero dejad que las niñas se acerquen a mí.



—Pero, a ver, por qué no está Gerardo.

—Pues ese pendejo que se puso de mamón.

—De seguro que algo le hiciste.

—No, en serio wil. No le hice nada. Sabes cómo es el mamón.

—Pues no sé qué le hiciste, pero el wuey no vino.

—Es un mamón.

—Así que estamos nada más los dos.

—De qué vamos a hablar hoy, wil.

—¿Qué te parece de las lolitas?

—Me parece perfecto. Tengo algunas que merecen la pena echarle un ojo.

—Esta madre no funciona sin Gerard. Déjame le hablo.

—¡No, coño! Así está bien. Va estar muy chingón. Ya verás.

—Es que el Gerardo es el adecuado. Incluso tiene su club de fans.

—No chinges. Además es tu blog.

—Pero por qué chingados se pelearon las nenas.

—No, por nada. Empecemos. Una de las lolitas más famosas, por lo menos la segunda mitad de los noventas y principios del 2000 fue la preciosa Tawnee Stone. Que abarrotó las páginas porno de Internet ¿tú la conociste?

—Cómo no. Es de las primeras viejas con que me clavé en la pornografía. Y de lo poco que sabía del porno, ella fue mi primer conocimiento.

—No pues, sí estaba gruesa la Tawnee ¿no mi wil? Está regüena la tejana.

—Sí. Pero poco se sabe de esta mujer, que ya es una veintena cualquiera.

—Pues sí, pero bien que le pondrías si tuvieras la oportunidad.

—No pues sí. Oye, pero lo que hizo que funcionara su marketing de la Stone, es que no había un video que mostrara que se la están reventando.

—Yo creo que era porque estaba sabrosa…

—No, bueno, sí pero el hecho de que no haya una escena que la están parchando era algo inquietante porque tenías la fantasía de que nadie fuera el maldito afortunado, más que tú, pero también como que necesitabas ver cómo lo movía ¿no?

—Oo. Creo que te estás proyectando mi wil.

—Estoy poniendo las cosas en teoría.

—ok. Yo pienso que era famosa porque es sabrosa y muy guapa, y punto.

—Puta, qué cerrado, cabrón. Pero no se sabe qué pedo con ella.

—Pues nada más que pertenece a una compañía llamada Lightspeed Media Corporation, de la cual, también pertenece Jordan Capri, y su hermana Tori Stone.

—Es verdad. Su hermana Tori.

—Está muy buena, ¿no?

—Alto, alto. Pero no hemos dicho nada de la historia de la palabra lolita.

—Pues, por eso estás aquí. Para iluminarnos.

—¿Pero qué madre voy a decir?

—Pues lo que me dijiste sobre la obra de no sé quien.

—Ahh. (Esto es más incomodo que el podcast). Pues el nombre lolita se puso de moda, gracias a la obra del mismo nombre de Vladimir Nabokov.

—¿Y está bueno el libro?

—¡Yo qué sé! No lo he leído.

—Uyy, y eso que eres licenciado en literatura.

—Pero sí he visto la película, no la que hizo Kubrick, sino la de Adrian Lyne.

—¿y está chida?

—Dos, tres. Pero la que la hace de lolita está muy bien. Se llama…Dominique Swain. Ahh y actúa de protagonista Jeremy Irons.

—Ahh. Ok.

—Así es. El término se hizo popular por la obra de Nabokov. Qué mierda es esto, mejor le llamo a Gerardo, para que nos suba el rating…

—Pero, si estamos bien. Además, no se va a escuchar.

—Mi teléfono tiene altavoz. Bueno.

—Qué paso, mi Wil. Qué milagro ¿ qué haciendo?

—Pues aquí, no más. En el Wrotecast.

—Ah… ¿Estás con César?

—Sí, puto, qué me quieres.

—¡Cállate, tú! déjame a mí hablar.

—Sí, mejor, Wil, porque no sé que pasará si habla aquel.

—Pues qué ha de pasar, que te rompería la madre.

—¡Bueno, ya cabrón, ya!. Yo voy a hablar. Por qué se pelearon, Gerardo.

—¿No te dijo César?

—No me quiso decir.

—Pues, la mera verdad, no lo sé. Estábamos chupando tranquilos y se levantó, así de golpe. Le pregunté qué le pasaba y no me dijo nada.

—¡Porque me pidió que me lo cogiera!

—¡Eso no es cierto!

—¡Bueno, ya!..................................................................................................................................................¿en verdad le pediste que te cogiera?

—¿Cómo crees? Eso es una gran mentira. Dígale mi lic.

—Yo no diré nada más.

—Bueno, te hablé para que aportaras a la sección.

—¿De qué están hablando?

—De Las Lolitas.

—Uy, que temón. ¿Ya hablaron de la Capri?

—La mencionamos, pero no profundizamos.

—Esa niña está bien sabrosona. La mera verdad es que es una niña traviesa que le gusta las cosas que a nosotros nos gusta ver.

—Ah, ok. Qué más nos podrías decir de la Capri.

—Pues no sé mucho de ella, la verdad. Sólo que está en la Lightspeed Media Corporation junto con la Twanee Stone; que no tiene nada que ver con Oliver Stone. Porque fíjense que un amigo aseguraba que era la hija del director.

—¿Y ese amigo tuyo no era César?

—Qué pasó, Wil, no soy tan pendejo.

—Pero, fíjese mi Wil, que es conocida la escena homosexual que hicieron la Capri y la Stone.

—¿Tawnee o Tori? Aclara, pendejo.

—Mire mi lic. No estoy para que me insulte ¿ok?

—Uyy, ya se encabronó la niña.

—No se pase. Que usted y yo tenemos que arreglar unas cosas.

—Ya te dije que yo no bateo de zurda.

—Eyy. Yo soy zurdo, no te metas en ese camino.

—No, Wil, coño, me refiero a que no soy gay pasivo.

—Ya, deje de decir esas cosas que no son ciertas. Que a combates iguales una mentira las convierte en fraude.

—Bueno, bueno. A quién te referías de las hermanas Stone, Gerardo.

—A la Twanee. ¿ya hablaron de ella?

—Sí, en eso estábamos. Pero no encontramos nada de su vida.

—Es que eso es lo que pasa con las estrellas de la Lightspeed Media Corporation, poco o nada se sabe de su vida personal. Eso no está bien. Deberían darnos más datos de ellas, para sentirlas más humanas ¿no, mi wil?

—Completamente de acuerdo. Oye, estábamos hablando del término de “Lolita”, que se acuñó, gracias a la obra de Nabokov. ¿Qué más puedes a portar a este tópico.

—Qué chingón hablas, Wil. Bueno, pues el tema de “lolita” se les da a las menores de edad que despiertan una sensualidad y cualquier tipo de morbo. De hecho las colitas de colegiala, y los uniformes de secundaría son temas recurrentes. ¿No cree, mi Wil?

—Completamente de acuerdo, Jerry. Además, hay que mencionar que los que ya llevaban tiempo acariciando este tipo de, cómo decirle, ¿porno?, fueron los asiáticos, pues el apartado de pornografía, englobaba que la mujer en sí era una jovenzuela que despertara los apetitos sexuales de uno. Y recurrían a menores de edad, sin mostrar imágenes de desnudos tan explícitos.

—Ey.

—Puta, estoy de sobra aquí, pues puro intelectual mamón hay aquí.

—Cálmate, tu pocholo.

—¿Ya empezamos con los apodos, Wil?

Pib.

—Bueno, creo que ya le cortamos a la llamada porque se me gasta la batería.

—Bueno, Wil, nos vemos luego.

—Cual luego. La próxima semana te toca a ti. Así que te espero para el wrotecast.

—¿Ah, sí?¿y cual tema va a ser?

—El Milf.

—Ahh. Órale, la contraparte, muy chido. Nos vemos, Wil. Y un saludo, mi lic.

—Ya, chinga tu madre ya.

—Ya se cortó. Qué culero te viste ahí, pinche César. ¿Qué te habrá hecho para que te encabronara?

—Sigamos. En el cine, ya no digamos porno, ha habido varias actrices que han sido las lolitas platónicas de muchos. Una de las que despuntó y despertó muchas pasiones encontradas, fue Jodie Foster en la película Taxi Driver.

—École. Es una de las pequeñas que levantó suspiros a hombres treintones que se creían Robert De Niro. Incluso, platicaba una vez con Juanito Magaña que Jodie Foster, en esa película era toda una sex simbol de los 80´s. De hecho, el perfil que tiene el personaje ayudó para convertirse en toda una “lolita”. Otra actriz, o más bien “Lolita” fue Natalie Portman en la película Léon, o como la conocemos en México “El perfecto Asesino”, a lado de Jean Reno.

—Uyy, sí. Cómo olvidarla. Con Mathilda ¿no?

—Sí.

—fácil, fácil. Le dediqué tres.

—Eso faltaba. La puerqueza.

—Oink.

—¿De quién otra te acuerdas?

—Umm. ¿Podría ser Kirsten Dunst. Por “Entrevista con un vampiro”?

—Pero, no creo que fuera una lolita. Más bien fue una espléndida actuación.

—Sí pero, su personaje estaba enamorada del personaje de Brad Pitt.

—Sí, pero la pregunta no es sobre su personaje, sino si despertó el morbo y la sensualidad. Y a mí, no me despertó nada, pues era una niña.

—Pues a mí, sí, si hubiera sacado unas colitas bien coquetas y un shortcito.

—Pero no lo llevó, así que no es una lolita.

—Alizze, sí es una lolita.

—Bueno, pero ella, César, es más bien cuando salió por primera vez, cuando tenía 16 años, porque ahora tiene 24. Vamos, se viste para parecer una lolita; y más que su cara le ayuda, pues tiene una carita de niña que para qué te digo. Y no lo dudo, parece una lolita, pero en el fondo ya no lo es.

—Pero sigue siendo lolita.

—Pues yo difiero con ello, pero creo que el término lolita implica más una edad, por el hecho de que es prohibido, que la mera imagen.

—Chido. Parece pero no es.

—Pero sigamos en el porno que esto es I wanna be porn.

—Pues nada más queda por nombrar algunas más ya que se nos acabó el tiempo. Es un apena porque nos faltó nombrar a muchas, como Topanga, Brandy, Lacey White.

—Fíjate que la Topanga está bien chida su idea. Más que ser una lolita, salió por el parecido con la actriz que le da vida al personaje de Topanga en Boys Meet World, o “Aprendiendo a vivir” en Español.

—Ahh. No lo sabía. Y sabes quién más nos faltó la Little Lupe. Esta actriz está causando furor. Una mexicana rompiéndola en los Iunaiteds Steits.

—¡Ah, es cierto! Little Lupe, que no es de mi gusto, pero sí la está haciendo buena ahí. Es toda una lolita indígena.

—Pinche racista.

—No es que es así como la catalogan los gringos. Además, no es mexicana, es española.

—Ahh. Perdón. Pero, ¿por qué a ti no te gusta?

—Pues porque no la veo nada guapa, ni siquiera apetecible. Si vi un video es más por el morbo que tendrías de ver a un mono colgado de un árbol, que a que despertara alguna lujuria en mí.

—Te pasas.

—Pero bueno, ya nos vamos.

—Oye, entonces ¿la próxima no voy a estar?

—No pues le toca al Gerardo.

—Pero por qué.

—Porque tu eres el mamón que no quiere estar.

—No, pero por qué he de faltar yo.

—Pues porque no pueden estar juntos ustedes.

—No, que el falte. Además es mi sección.

—Pero es mi blog, y qué pedo.

—Pues abro otro blog, solito.

—Ábrelo, pinche mamón.

—no te chives, coño, es broma.

—No ni madres. Fue este, y el que viene de Milf, y a la chingada con el I wanna be porn.

—Pues al carajo. Abriré un Blog y escribiré. Total, ni que fuera muy difícil, si tú pudiste, cualquiera puede.

—Qué insinuas, pinche césar ¿Qué soy un pendejo?

—Y qué si lo insinúo.

—¿Estás pedo verdad?......uno te voy a dar para que se te quite lo gallito.

—Pues ya te tardaste.



Esta pequeña niña nos cautivo el... corazón.



Little Lupe. Si les gustó, aquí les dejo un videito pa`que bajen
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Si te latió Ariel Rebel. Descárgate aquí:
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Si te gustó Twanee Stone, bájate por los cheskos con estos videos. No temas si ves que son muchos, el servidor es grstuito y puedes bajar de a dos o todos al mismo tiempo. No es como el rapidshare.


http://www.savefile.com/files/1344259

http://www.savefile.com/files/1344441

http://www.savefile.com/files/1344662

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Si les gustó Jordan capri, aquí se satisfacen:
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martes, 19 de febrero de 2008

El Brillo del diamante loco

Por: Alejandro Aldana Sellschopp.

Siempre he considerado al disco The Piper At The Gates Of
Dawn, de Pink Floyd, uno de los mejores cd`s del grupo, y más aún uno de los mejores materiales discográficos de la historia del rock. Si bien para muchos seguidores el disco representa el germen de todo lo que sería la banda, también es muestra del inmenso talento de Syd Barrett, líder y compositor de la mayoría de temas que integran el cd, es el verdadero brillo del diamante loco, ya que Syd grabaría únicamente este material con los Floy´s, posteriormente colabora eventualmente en el segundo long play con pocas rolas, ya que debido al abuso de drogas, específicamente ácidos, Syd es internado en un manicomio.Esta joya del rock sicodélico cumple 40 años desde que el 5 de agosto de 1967 ignaurara la carrera de una de las bandas más importantes en la historia de la música. El paquete conmemorativo contiene tres cd´s, el arte corrido a cargo de Storm Thorgenson es de primera, el álbum forrado en tela marrón con letras en oro deja ver en la tapa frontal la famosa foto de Vic Singh, idea loquísima de Syd, donde vemos a unos Floy´s jovencísimos, vestidos con camisas estampadas de la excéntrica visión berretiana. Para los coleccionistas es un verdadero manjar, en el interior nos encontramos con ocho páginas, excelentemente presentadas con selección de color, del cuaderno de notas de Syd Barrett. El gran James Guthrie se encargó de remasterizar el material, y vaya que hizo un trabajo a la altura de la empresa, el sonido es impactante, cada nota, compás, coro, efecto ambiental es fielmente transmitido, confieso que la primera ves que escuché los discos fue en un minicomponente de la era prehistórica, y aún así disfrute de la calidad del sonido. El disco 1 y 2 contienen el álbum completo, las canciones que ya conocemos, sin embargo uno es la versión mono y el otro es la mezcla en estéreo. La gran mayoría tiene en casa la forma en estéreo, sin embargo a mi me gusta mucho escuchar las piezas en el mono, ya que guarda ciertas capas de música que imprimen de mayor dureza a la grabación, por ejemplo el órgano, muy a la Rick, que se escucha mejor en la versión mono de Interstellar. El 3 disco es una delicia ya que contiene todos los singles de la banda, sí, ya sé que me dirán que ese disco también venía en la súper caja negra de Pink Floyd, ok, ok, sí vienen los singles de 1967: Arnold Layne (que suena más actual que nunca), See Emily Play y la excelente Apples and Oranges; pero además contiene las caras B: Candy And A Current y Paintbox, y agárrense: tres súper rolas inéditas!!!, una versión de Mathilda Mother con la misma base musical pero con letra distinta, se trata de la letra original de la rola, en aquel entonces se les prohibió grabarla por broncas de derecho de autor, ya que usa unos versos de Hilaire Belloc, los dejará más que satisfechos, incluso uno duda en elegir entre esta versión o la original, la versión estéreo de Apples And Oranges, que no se había publicado de manera oficial, sólo circulaban versiones piratas, muy mal gravada, incluso recortada, y la cereza sobre el pastel: una versión del clásico Interstellar Overdrive que únicamente se editó en Francia. Se cuenta que un coleccionista prestó la copia del original del EP editado en Francia, James Guthrie se llevó la sorpresa al toparse con una versión distinta de Interstellar Overdrive, la versión es muy clara, transparente, los efectos de voces y aparatos interestelares se escuchan con mucha plasticidad, dejando en verdad los cimientos del sonido concreto que posteriormente explotarían los Floy´s hasta el cansancio, así que como diría un filosofo mexicano “no se hagan bolas” y no discutamos si ese aporte es de Allan Parsons o de Roger Waters, quien escuche el Piper sabrá que es una de las tantas aportaciones que legó Syd Barrett.Syd Barret fue un músico que se caracterizó por sus letras extrañas, tendientes a poetizar la realidad mediante complejas metáforas que resustentaban en pequeñas historias ricas en personajes que bien podrían recordarnos a la niñez, quizá por ello no nos sorprende que el nombre del disco proviene de uno de los libros para niños más bellos que se han escrito en Inglaterra, me refiero a El Viento en los sauces, quizá muchos de ustedes como yo siguió la serie por el canal 11, hace ya algunos años. The Piper At The Gates Of Dawn es el título del séptimo capítulo de este libro.El disco se grabó en los estudios, ya leyenda de la música, Abbey Road donde precisamente en las mismas fechas los Beatles gravaban ni más ni menos que su obra maestra El Sargento Pimienta que sería publicado dos meses antes que el Piper. Entre las tantas aportaciones del disco, encontramos el nacimiento de un subgénero llamado space rock, que Pink Floyd explota durante toda su carrera, recordarán que los conciertos de los Floy´s se anunciaban con carteles con dibujos de ovnis, platillos voladores y marcianos. La rolita Astronomy Domine presenta esta línea musical enriquecida con matices distorsionadas, voces que nos transportan a un vuelo más allá de la tierra, como una rareza les contaré que el disco que se editó en América la apertura del LP corre a cargo del tema See Emily Play. El cd comienza con la clásica Astronomy Domine, la música se hace presente con los sonidos que nos transportan al espacio sideral, es un viaje por un agujero negro, una verdadera montaña de potente alucinación musical. Lucifer Sam, es la historia de un gato que acompaña a Jennifer Gentle, una bruja que recorre la historia y el cd, sin duda la psicodelia se mezcla con líneas de pop, rock clásico, y un halo de oscuridad que una vez escuchado el disco no es fácil olvidar. En la versión mono hay una parte en que la música se escucha por un alta voz, casi opaca, y de pronto se desliza el órgano de Richard Wright, para después sobreponerse la voz de Syd cantando sobre ese enigmático gato.Una de mis rolas preferidas es Matilda Mother, creo que ahí está el germen del futuro Pink Floyd, el órgano, que hay que decirlo en este cd Rick es pieza fundamental para lograr ese sonido tan singular, dibuja la atmósfera que se fortalece con las líneas del bajo de Roger, el coro es bellísimo, sobre todo en la parte cuando el niño dice: “Oh, mother, tell me more”, exigiéndole a su madre que siga contándole ese cuento sobre un rey que gobernaba la tierra con un águila escarlata y caminaba mientras arroja plata a la gente.Flaming es una verdadera joya, hay mucho órgano sepulcral, efectos distorsionados, voces que se entrelazan y se sobreponen en capas, todos los sonidos forman muchas atmósfera que se sustentan en un eco formidable. Pow R. Toc H. (sí, así se llama), nos transporta a un lugar infernal, las voces producen sonidos extrañísimos, es una rola de sepa floyana, un corte del tipo que los hizo famosos en sus presentaciones en vivo, es totalmente instrumental, dilatando líneas de bajo, riff de guitarra, mientras nos embrujan sonidos de aves nocturnas, que luego escucharíamos en uma-guma. Take Up Thy Stethoscope And Walk, único tema compuesto por Roger Waters, los títulos locos, raros, dadas, surrealistas también son una aportación de Syd, Pink Floyd usará estos títulos en casi todos sus cd´s posteriores. Esta canción es más amable, bailable, contiene sonidos muy reconocibles de la época. Aquí encontraran un juego estéreo interesante, de pronto cambia de un alta voz donde suena la guitarra y en otro la voz, y sin más cambia de posición, dotando de un dinamismo excelente a la rola. Interstellar Overdrive otra rolita súper clásica del disco y de la banda, rolota, dura, heavy, sin frenos, se hace y rehace por 10 minutos, Syd deja ver sus dotes como guitarrista, sobre todo en los efectos que logra con las cuerdas, una verdadera locura psicodélica.The Gnome es una historia más de brujas, gnomos y seres de la noche, el tema es el ideal para conducirnos a la rola Chapter 24, un tema genuinamente de Syd, sobre todo en la letra, oscura, poética, enigmática, versos que parecen dictados desde la locura donde se ocultará hasta el día de su muerte en 2006. Basada en el capitulo 24 del I ching. Algunos versos dicen: “Un movimiento está acompañado de seis escenarios/ Y el séptimo trae el retorno/ EL siete es el número de la luz joven/ Se forma cuando la oscuridad se incrementa por uno”. Imposible no pensar en Syd como el flautista, el mago, el clarividente, ese que supo el secreto siendo muy joven, sí ese brillo de diamante que muchos años después describiría Roger Waters. The Scarecrow, la rola del famoso espantapájaros, hemos visto mil veces ese video donde aparecen Pink Floyd jovencísimos caminando por un inmenso campo de trigo, video que Roger Waters ha rescatado en sus presentaciones en vivo. Bike es una de las piezas más simples; pero no desentona en el contexto de las otras canciones, un tema de nuevo con referencias infantiles. Es el cierre perfecto.El Piper es sin duda el disco donde en realidad brilla el diamante loco.

domingo, 10 de febrero de 2008

La otra versión

(20,000 mil propuestas ciudadanas después se anunció el documento más importante
para el futuro a corto/mediano plazo de Yucatán)


Ya conocen la historia, no la quiero repetir. ¿35% menos pobreza al final de su mandato? Palomita. ¿Siete de diez personas con atención de calidad en hospitales? Palomita. ¿Desarrollar la pesca? Palomita? ¿El turismo? Palomita. ¿El sector agrario? Palomita. ¿La educación? Palomita, palomita. ¿Traer al Real Madrid a jugar al Salvador Alvarado? Palom… aaa no, disculpen, esa no fue de las promesas del nuevo Plan de Desarrollo, pero si el discurso hubiera durado un par de minutos más, seguramente lo hubiera sido.

Llego al recinto veinte minutos antes de las once. Está a reventar. Para variar, se puede ver ese extraño fenómeno que me ha tocado muchas veces en Yucatán. Hay dos colas: la primera con más de mil personas, la segunda no llegaba a veinte. Cualquiera podía formarse y pasar, pero curiosamente prefieren irse por lo seguro. ¿Qué diría el psicoanálisis al respecto?

Entro a la sala, estoy resignado a quedarme de pie, hasta que vislumbro unos lugares vacíos en la cuarta fila, están reservadas para el sector empresarial, así que con todo y el afro que llevo, pongo cara de hombre de negocios y me siento con toda calma. Nadie se queja. Me permito una pequeña observación: los lugares reservados para artistas de renombre están colocados en la segunda fila, mientras que los de la iglesia en la quinta. ¿Qué significa esto? Nada, apenas había un par de artistas, en comparación con decenas de integrantes del clero. Me pregunto si me podría sentar ahí poniendo cara de monja.

El evento tardó en arrancar. Don Voz Impostada, siempre presente, vocea a una niña perdida. Yo fantaseo con jugarle una broma en honor a Arturo Belano y los Detectives Salvajes. Pensé en pedirle que voceara el nombre de algún poeta muerto. Hubiera sido gracioso. Me acanallé.

La música de Luis Miguel sonaba alto, por un momento imagino a todos los diputados bailando en sus sacos grises. “No mires a la noche, no mires a la playa…”. Cambio de tono. Una hora tarde la Señorita Corazón hace su entrada con una canción que se asemejaba sospechosamente a la de Rocky. Aterriza en el estrado. La Señorita Corazón saluda a Don Voz Impostada que a su vez saluda a Burócrata Bien Peinado que a su Vez saluda a…. En fin, me entienden, pasaron más tiempo saludándose mutuamente que hablando del Plan de Desarrollo. Absurdo. Mientras tanto el público se sienta y se levanta, una y otra vez, como si estuvieran en misa, o en medio de la ola en el estadio. ¿Saludar a la bandera? Eso nunca, mejor buscar desde mi asiento una minifalda entre las miles de asistentes.

Después de un video seductor, la gobernadora toma la palabra. Me hacen falta unas palomitas. Por un momento se me ocurre sacarle la lengua para desconcertarla, pero me contengo. Los asistentes le aplauden por todo, no entiendo.

Se juntaron 20,000 propuestas. Es un número impactante que habla muy bien de los yucatecos. Desafortunadamente, en mi muy humilde opinión, tal encuesta no se reflejó en el discurso de la Señorita Corazón. Fueron los mismos rollos de siempre. Sentí que dimos un paso atrás: de veinte años. Hace unos meses me topé con un recorte de periódico de las promesas que hizo el Patito Negro cuando tomo posesión. Ninguna la cumplió, un verdadero fiasco. Increíblemente, la gente lo olvida.

Hay una cifra que tenemos que tener en mente: 35%. Dudo muchísimo que pueda cumplir con todo lo que prometió. Si llegamos al final de su mandato, y consigue reducir de forma radical la pobreza, me quitaré el sombrero, le aplaudiré. Si fracasa, tenemos que recordárselo hasta el cansancio, y sobretodo, aprender de una buena vez por todas, que a veces una promesa no significa nada.






¿Ven alguna minifalda? Yo no, puros burócratas, yucatecos, cabezones, populistas...


viernes, 8 de febrero de 2008

El colmo de la lambisconería.

Hoy abrí el periódico Tribuna, para ver qué es lo que pasaba en Campeche y en el mundo; y cuál fue la sorpresa al toparme con esto:

El periódico estaba tapizado por misivas de consolación a la Familia Hurtado, por el fallecimiento del padre del Sr. Gobernador. El espacio ocupado de los mensajes era tal, que ofendía al lector; y mucho más al escritor que quiere aparecer en periódicos.

Como pueden ver, no faltó ninguna empresa que mandara sus condolencias. No es difícil no imaginarse cómo discutían las empresas por poner la misiva. “No tiene que ser tan pequeño para que no crea que no los estimamos, además, “ese señor era el padre del Gobernador”, no hay que escatimar en gastos” Ni la muerte del padrino tuvo tal manifestación.

Pronto, el mandar las condolencias se transformó en un concurso de aduladores, por ver quién es el que mandaba más grande su mensaje. Como si el Sr. Hurtado se levantara en la mañana, para abrir los periódicos y buscar consuelo en las lamidas de pies de sus cachorros.


El ganador de los lameculos es... ¡El grupo Mall, que dedicó toda una plana completa!

Un convoy de camionetas que llevaba a todos los presidentes de los distintos municipios del estado paseaban por el malecón. Parecía la edad media, en donde todos los héroes acudían prestos a la muerte del padre del rey. Es cierto que la junta de la comunidad del anillo de Campeche era por la reunión con el presidente Felipe Calderón. Pero desde las 9pm se preveía que se cancelaría dicha reunión con el presidente. Nosotros, como todos unos profesionales, pensamos que era una estupidez y una falta ética el cancelar la reunión porque murió el padre del señor Jorge Carlos Hurtado Valdez. No se puede parar el estado ni el país por la muerte de un familiar. Es como en el circo y en el teatro: la función debe continuar. Al final sí se suspendió dicha reunión, y que pena. Espero que la muestra de lambisconería disfrazada en solidaridad (porque aceptémoslo, los que mandaron su mensaje, lo hicieron porque se sintieron moralmente forzados por tratarse de un familiar del gobernador) les haga sentir un poquito mejor, porque aquí hay muchos problemas que no nos dejan dormir y lo que menos nos importa es si algún día vamos a dejar esta vida.

Los colaboradores de Los viajes de Wilberth le mandamos nuestras condolencias a la familia Hurtado Valdés, pero pónganse a chambear. Aquí queremos recordar al Señor Jorge Hurtado Oliver como lo que fue: …el padre del gobernador.

martes, 5 de febrero de 2008

Los Que fueron Martes

Hoy salí de mi casa con rumbo a la de mi tía, pues ahí quedamos toda la familia, en reunirnos. Y yo, como todo un antisocial, fui el último en abandonar mi casa. Al cerrar la puerta supe que el día iba a ser calurosamente fatal. 36 grados era la temperatura; el ambiente de la sangre y los órganos dentro de un cuerpo humano.

Nada podía ser inhóspito como la calle. Estaba completamente vacía. Raro, vivía en el centro de la ciudad y no había un alma. Chequé mi reloj por si no me había equivocado, y no, eran las 3:10pm. No había vida en el centro, y eso que la calle 16 es una de las más transitadas del centro de esta ciudad. Pero ni un movimiento se asomaba. Ni siquiera el aire.

Caminé de lo más normal, sin dejar de observar mi alrededor. Doblé en la esquina de la 53 y me dispuse a ir al mercado. No había un alma. Seguí subiendo la calle. A lo lejos noté que la calle estaba bloqueada con una pequeña reja. Todavía estaba presente la ridiculez de lo de Silent hill. Me acerqué y noté que el mercado también estaba vacío. “¿Dónde chingados está Campeche?” Me quedé en la esquina con el sol calentando a fondo. No había nada. Caminé hacia Uribe para ver si algo pasaba en el otro extremo. Casi al llegar a la entrada del pasillo, vi que se acercaban unos seres que parecían personas. Una persona pequeña que parecía un niño se detuvo frente a mí y se sorprendió por mi presencia. Estaba completamente manchado de colores, parecía como si el color de su pelo, el de su piel y el de todo su cuerpo hubieran sufrido un choque. Sólo le podía reconocer sus facciones, y sus ojos que se abrieron por mi presencia, como si fuera todo un Mesías al que estaba esperando.

El niño retrocedió y corrió gritando, “aquí hay uno”. Me pareció que todo estaba por complicarse. Así era, detrás de él salieron 7 personas, igual de coloridas que él, y se dirigían hacia mí. Supe que estaba en peligro, así que corrí hasta pasar la valla. Volteé y noté que ellos no podían cruzarla. Me detuve y pude ver sus caras revueltas de molestia y color.

—¿Por qué no vienes, Güerito?—decía uno mientras sostenía un pedazo de tela mojada con pintura morada.

Recordé que era martes de pintadera, toda una tradición en Campeche. Ese día, después del sábado de bando, en donde desfilan carros alegóricos; y del lunes de aguacero, en donde se moja a la gente sin piedad; seguía el martes de pintadera, en donde toda la ciudad se ve presa de los desquiciados monstruos que salen a pintar a todo aquel que se le interponga en el camino. No importando que sea el gobernador o el perro de cualquier vecino. Es tradición, y se tiene que respetar. Comprendí que las vallas eran los límites de los deformes multicolores, pues el gobierno no permite que se pintarrajeé el centro de la ciudad, pues es patrimonio cultural de la humanidad, y por las murallas. Así que dentro del centro estaba a salvo de la pintura. Pero el problema se agravó cuando noté que enfrente, en el mercado paraba el camión que me llevaría a la casa de mi tía, en donde estaba toda mi familia.

—Tendrás que salir, güerito y nosotros te vamos a esperar—dijo el mismo que me había hablado, mientras los otros babeaban de regocijo.

Maldije por segunda vez en mi vida, el no haber sacado un duplicado de llaves de mi casa. Eso complicaba las cosas, tenía que ir hacia donde estaba mi familia, o esperar a que llegaran, pero fuera de mi casa y con el calor infernal.

Pensé correr hasta la otra calle, pero ellos captaron mi idea, y cuando llegué estaban ahí, prestos a latiguearme con sus telas tiesas.

Me quedé esperando un momento. Ese momento se prolongo a 20 minutos. Dos más llegaron a aglutinar el grupo de sedientos. Caminaban como si tuvieran quebradas las piernas. Creo que mi olor los atrajo, y todo porque no me puse el desodorante antitranspirante. Los pintarrajeados se movían en círculo, lentamente, esperando a que sacara un brazo o una pierna para poder llenar de pintura. Unos se comunicaban con berridos, señal de que habían venido desde tan lejos para darse su banquete.

Podía ver sus ojos saltones, muestra de lo que pensaban hacerme una vez que estuviera a fuera.

—Serás uno de nosotros. Aunque no quieras, te vamos a pintar. Y no esperes a que sea pintura de caballito, es de aceite, cabrón—Exprimía su trapo para dejarme ver el color ocre con que me iba a manchar mi camisa del Real Madrid—Uyy, ahí vienen más víctimas—pude ver que venían una señora, una joven rechoncha y un muchacho hacia donde estaba.

Mientras se acercaban, los monstruos plásticos celebraban como tribu.

—Ay madre. Estos locos nos van a pintar—dijo la señora mientras visualizaba a todos— ¡Hey! Yo no quiero entrar a su jueguito, así que respeten a las damas y déjenme pasar.

—Lo siento señora, pero hoy no hay reglas. Así que reclámele a su señor que los haya abandonado este día— y cuando terminó de decir esto, sus compañeros celebraron al cielo su prudente amenaza.

—Esta juventud sí que no respeta nada. Claro que le diré a mi “Señor”, como tu le dices a Hurtado. Debería de haber una patrulla en cada esquina, y no hay ni siquiera un gendarme.

—Oye, chavo—dijo el joven que vino—no seas cabrón, deja pasar a la señora y a la muchacha. No ves que ellas van a misa.

—Cálmate, tu caballero. Te crees muy chingón por tu peinadito militar. ¿Por qué no mejor sales para que te unas? Te la vas a pasar a toda madre.

—No, gracias. Tendré que declinar esa invitación.

—Pues jódete, porque aquí nadie se va sin una mancha en su cuerpo.

Nos quedamos mudos sin decir nada, esperando a que llegara una patrulla. Nada pasó, ni siquiera una bicicleta. Un camión pasó solitario y se quedó esperando pasaje. Nuestra vista se centró en el camión. El más animado de los animales notó nuestra observación.

—¿Qué, por qué no cruzan? Si quieren agarrar el camión, pasen esta madre y párenlo.

Por un momento, pensé que podía correr tan rápido que no me alcanzarían, pero eso no era posible.

—¡Nos vamos a quedar aquí toda la tarde!¡No lo puedo soportar!—gritó la joven con una histeria que alarmó a todas las presas—¡Necesito llegar a mi casa!¡Necesito entrar al Chat a las 6.

La agarré y le di una cachetada. Otra de vuelta mientras le decía que se calmara. La tercera siguió. La cuarta, la quinta, y cuando cerré mi puño para darle un terrible puñetazo, el muchacho me sostuvo.

—¡Suficiente!La vas a noquear.

—Gracias. Lo necesitaba—dijo la choncha.

—La verdad que sí—le dije.

—Caray, Güerito, se ve que te pesa la mano. Creo que serías un buen compañero para pintar a los de la concha.

—¡No voy a entrar! ya te dije. Ni aunque me pintes.

—Eso dices ahora. Nadie se va pintado sin desquitarse con unos cuantos. Ve al Popochas. Estaba sentado en las bancas del parque de San martín y le caímos a mordidas, y velo ahora, todo un miembro del equipo.

—¿Por qué no se van?—dijo el joven, mientras cruzaba los brazos—es seguro que más adelante hay mucha gente que pintar.

—Te voy a ser sincero. Porque nosotros queremos que ustedes sean los siguientes.

—¡Maldito día del carajo! Cómo odio el carnaval—grité con tal desprecio, que la joven regordeta se preparaba para aplicarme el calmante—Estoy bien, estoy calmado.

El tiempo de espera se prolongó a una hora, y el cansancio, aunado con el inclemente sol, hacían estragos a la presas que esperábamos esperanzados, a que un policía nos rescatara. Los camiones tardaban más tiempo en llegar. Supe que pronto iban a dejar de pasar los camiones. Cuatro pintados desistieron de esperar y se fueron por más presas. Eso nos alivió un poco.

El muchacho nos llamó para una junta.

—Tengo un plan. Vengan—nos reunimos para escuchar—Esperar a un camión es tan irregular, como el ciclo menstrual de mi novia. Tenemos que hacer algo al respecto.

—Pero que podemos hacer, joven, los locos están esperando.

—Un taxi.

—En la madre, yo tengo celular—repuse orgulloso.

—¿Por qué chingados no nos lo dijiste antes?

—Es que no se me ocurrió—quedé como un idiota, pero el celular borraba toda falta.

—Bien, miren, vamos a llamar un taxi, y le decimos que venga aquí. Los locos se tendrán que mover para darle paso al taxi y así nos metemos todos, limpios y sin problemas.

—La verdad es que dudo que se muevan los locos—dije desesperanzado—además, no creo que el taxista quiera acercarse a los pintados.

—Cierto… ¡Lo tengo! Tendremos que decirle que nos espere enfrentito y nosotros corremos para meternos.

—Eso lo hubiéramos hecho con el camión.

—Sí pero con el taxi, lo podemos mover hasta más cerca. Además, la señora no creo que corra rápido.

—Buen punto. Que haremos con la señora.

—No se preocupen. No me importa que me pinten. No se detengan por mí.

—No. Espere. Usted se va hasta San Juan, antes de que llegue el taxi. Seguramente algunos locos irán por usted. Cuando nos subamos al taxi, pasamos por usted, salimos el muchacho y yo para que nos correteen, y así le dejamos el camino libre para que usted suba sin problemas. Nosotros llegamos después de darles una vuelta para subirnos al taxi e irnos a nuestro hogar. ¿Cómo te llamas?—me preguntó.

—Wilberth.

—¿Puedes correr como diablo, Wilberth?

—Claro.

—Excelente plan, Dios quiera que todo salga bien—dijo la señora.

—¿Haciendo planes?¿o sólo se ponen sabrosos para nosotros?

—¿celoso?—dijo la gordita.

—Para nada. De todas maneras serán míos en unos momentos.

Hablamos a Radiotaxi águila. Pedimos el carro. 340 era el taxi que nos esperaría enfrente. Dimos órdenes de que nos esperaran pasando el peatón. Nos dijo que no subiría a pintados al carro. Nosotros aceptamos. Al colgar, la señora fue con dirección a San Juan. Mis nervios subían como espuma.

—¿Qué intentan hacer? ¡Pito, loco y chumín, sigan a la señora y pinten a discreción!

—Sale—gritaron los nombrados y bordearon los límites, siguiendo con paso cojo a la señora.

—¿Creen que se irán sin una pinche remojada? Eso lo quiero ver.

—Pues estate atento—retó el joven, mismo que se me olvidó preguntar su nombre.

Los trastornados remojaron sus telas en la pintura. Aullaron de alegría al sentir que pronto tendrían carne.

—Déjenme al catrín—mencionó el líder, señalando al estratega—Ustedes chíngense a la gorda y al Güero.

El taxi esperó donde le dijimos, y abrió las puertas. Nosotros le hicimos la señal para que supiera que éramos los que llamamos.

—¡Ah, cabrones! Pidieron taxi. Pues…

No había terminado de hablar y emprendimos la carrera. Corrí como si mi vida dependiera de mis piernas. Mi tobillo izquierdo se dobló como una palmera en un ciclón, pero no dejé de acelerar. Oí las cimbradas a lo lejos. Era seguro que a alguien habían atrapado. Un grito casi animal erizó mi piel. Era la gordita, que gritaba de tristeza al ser atrapada por un gañán. Llegué, sabe Dios cómo, al taxi.

—¡Rápido, Rápido, suba!—cerró la puerta mientras mi perseguidor veía perdida su oportunidad de pintarme.

Adentro del taxi, supe que era el único que abordó la unidad. Pude presenciar la carnicería plástica de mis compañeros: la gordita siendo presa de los cintarazos de color verde olivo de un loco; y al joven en el suelo, siendo revolcado, hasta con brocha, por el líder, mientras este se regocijaba con el azul negro de su trapo. Aparté con dolor mi vista sobre mis compañeros caídos.

—A dónde lo llevo, joven

Me acordé de la señora.

—Aquí a la vuelta, en Tubos y tubos, vamos por una señora. Dimos una larga vuelta para recoger a la señora. Y cuando pasamos por ahí, la vimos sentada en una banca de la iglesia. Pintada, llorando y con un zapato en la mano.

—Le recuerdo que no puedo llevar a pintados, joven.

Desistimos de llevarla y le dije que nos fuéramos de ese infierno.

—¿A dónde lo llevo?

—A colonial, por favor.

El camino se me hizo amargo, pero con una calma por haber salido limpio de esa afrenta.

—Qué malos se han vuelto los jóvenes hoy ¿No cree, joven?

—Sí.

—Pobre señora. Me acuerdo que en mis tiempos no hacíamos tales aberraciones. ¿era familiar suyo?

—No.

—Qué bueno. Porque sí le dieron su manita de gato a la pobre señora.

—Sí—dije desganado, como una señal de que no quería esa conversación.

Llegamos a la entrada de Kalá. En las primeras esquinas pude ver varios grupos pintados, danzando de alegría.

—¡Mire a esa pobre que están pintando!—me señaló a una desafortunada dama que era violada, estéticamente hablando, por dos jóvenes ennegrecidos.

Qué imagen más bizarra. Pero nada le gana a la escena que presencié en la cancha de colonial. Era una cabeza de un Barney de piñata en fuego. Alrededor había toda una tribu de desalmados venerando al fuego y a la pintura en aceite. Pude ver a uno con su camisa de Juan Camilo Mouriño totalmente pintada. Era mi primo.

—Qué escena más tétrica, ¿no?—insistió el taxista.

—Ya lo creo.

Estábamos cerca de la casa de mi tía. Todo parecía estar en caos. Hasta que llegamos a los umbrales del hogar. Bajé del taxi, no sin antes pagar. Apreté mi camisa original del Real Madrid como señal de alegría, pues había salido sin un manchón de este día.

Llegué a la puerta y golpeé. Me sacudí el poco de sudor que escurría por mi frente y volví a tocar. Volteé a ambos lados para asegurarme de que no había moros con pinturas. Toqué de nueva cuenta, acompañado de un “Buenas”. Nada. Al voltear de nuevo, vi horrorizado a dos niños que caminaban hacia mí, con la vista fija en mi cuerpo, más bien, en mi camisa. Toqué con más fuerza y grité con un tono más alto, y al voltear, los niños se habían multiplicado a seis. Caminaban desde la esquina con tal lentitud como si gozaran la respuesta de su víctima. Aporreé la puerta, incluso la pateé. Nada se oía. Vi por la ventana. No había movimiento dentro de la casa. Los locos ya eran diez, estaban como a 20 metros de mí. Supe que no me abrirían la puerta. Talvez ya se habían regresado a mi casa. Los niños se acercaban más. Decidí correr, pero al ver la otra esquina, vi a unos tipos sentados, tomando unas cervezas. Volteé de nueva cuenta con los niños, y en su cara puerca, había una sonrisa malévola. Supe que no tenía opción. Era preferible ser presa de los latigazos sin fuerza de unos diez niños, que a los vigorosos trapazos de seis hombres borrachos. Me hinqué ante los niños, cerré mis ojos y dije:

—Por favor, no manchen el número y el nombre de Zidane.

Y me cundieron a trapos, sin piedad.

jueves, 31 de enero de 2008

Bajo la máscara de Shakespeare TRES


Por: Alejandro Aldana Sellschopp.

En el transcurso de esta semana ha sucedido algo que me obliga a escribir nuevamente sobre William Shakespeare, después de mucho meditar, hacer sumas y restas, anotar los pros y contras me decidí a adquirir la obra completa de Borges, así que sin más preámbulos entre a la página electrónica de Gandhi, solicité los libros, y me dispuse a esperar.
Más rápido que tarde (tres días después) el repartidor de ESTAFETA llamaba a mi puerta para entregarme los cuatro tomos, excelente presentación, contenido insuperable, buenos tipos gráficos, todos los textos escritos por el sabio Borges organizados a partir de un riguroso criterio cronológico, a todo esto debo agregar que los libros costaron poco en realidad, considerando el envío, la importancia de la obra y mi franca admiración por el autor.
A Borges lo he leído y releído a través de mi vida en libros sueltos, revistas y en dos horrendos tomos con pastas verdes que hice fotocopiar hace muchos años de las “obras completas” (que no resultaron tales), de un libro descomunal que descubrí en la biblioteca de mi pueblo. Aún hoy suenan en mi mente (más como rebuznos que argumentos), las voces de algunos amigos que denostaban la obra de Borges por no estar “comprometida”, por aceptar una medalla del sanguinario Pinochet, que hay que decirlo le costó al propio Jorge Luis no ser elegido para el nobel de literatura, galardón que merecía el gran Borges, aquellos adolescentes acusaban al escritor argentino de ser muy superficial, intelectualizado sin necesidad, otros le recriminaban su apoyo a la invasión de las islas Malvinas, y un largo etcétera. Si bien Borges puede ser despreciable como ser humano, cosa que me parece una exageración, uno se reconcilia inmediatamente con el autor cuando leemos cualquiera de sus páginas.
Al tener los cuatro tomos no pude resistir las ganas de leer desordenadamente algunos textos, y sin más plan abrí el tomo tres en su página 473, cuyo titulo constituía para mí un llamado casi mágico: La memoria de Shakespeare. El cuento es magnifico, el argumento trata de un hombre de nombre Hermann Soergel, quien en un congreso shakesperiano conoce a Daniel Thorpe, con el que visita una taberna donde sin más le ofrece la memoria de Shakespeare, “desde los días más pueriles y antiguos hasta los del principio de abril de 1616”. El personaje arremetió tratando de convencer a Soergel para que aceptara el regalo: “Tengo, aún, dos memorias. La mía personal y la de aquel Shakespeare que parcialmente soy. Mejor dicho, dos memorias me tienen. Hay una zona en que se confunden”. Soergel, que amaba en demasía a Shakespeare, dijo: “Acepto la memoria de Shakespeare”. Ya en su soledad Hermann reflexionaba: “…sería mío, como no lo fue de nadie, ni en el amor, ni en la amistad, ni siquiera en el odio”. Así poco a poco la memoria de Shakespeare fue apoderándose de Hermann Soergel.
Después de leer la hermosa narración volví a pensar a William Shakespeare, primero como individuo, el genio que fundó un idioma, y hasta me atrevería a decir el carácter de un pueblo a través de su obra, y en segundo lugar como colectividad, en todos esos que fueron o pudieron ser el verdadero William Shakespeare.
Revisando el segundo tomo de las obras completas de Borges me encontré cierta respuesta, una pista para resolver el acertijo de mis conjeturas, a estas alturas Shakespeare se ha convertido en un fantasma a veces chocarrero, a veces temerario, iracundo y molesto en el eterno insomnio de mis noches, ahí en la pagina 20 un ensayo titulado La flor de Coleridge, aportaba su buena dosis de solución. Borges comienza el texto mencionando que hacia 1938, Paul Valéry escribió: “La historia de la literatura no debería ser la historia de los autores y de los accidentes de su carrera o de la carrera de sus obras sino la Historia del Espíritu como productor o consumidor de literatura. Esa historia podría llevarse a término sin mencionar un solo escritor”.
Es harto sabido que la historia de la literatura es en muchas de sus veces la historia de los egos creadores, nos interesa su vida cotidiana, preocupaciones, manías, pasatiempos, filias y fobias, muestra de ello ha sido el éxito comercial que ha tenido el Borges de Bioy Casares, muchos libros de memorias o biografías de algunos escritores se han vendido y leído más que sus propias obras. El autor se ha convertido en la estrella del firmamento, se ha colocado por encima de sus propias creaciones, las cuales no se justificarían por sí mismas, ejemplos sobran. Aquello de que la vida del artista es parte de su obra, la vida como obra de arte y más opiniones al respecto han provocado un pequeñísimo número de autores interesantes, y un inmenso caudal de pésimos poetas, que confundieron la bohemia (¿aún se ocupa está palabra?), el escándalo con la creación de una obra seria y de innegable valor estético. Ahora mismo recuerdo a un amigo aprendiz de poeta que bebía noche tras noche, declamaba cual declamador sin maestro obras casi completas de Baudelaire, Rimbaud, y Verlaine, cada visita a la cárcel era una celebración, caminar desnudo por las calles o espantar al burgués era su pasatiempo favorito, ante mi pregunta: “¿Cuándo vas a escribir algo que valga la pena?, que por lo menos uno de tus poemas no nos causen pena ajena”, él fumando en pipa y acomodándose la boina me contestaba desde su parnaso: “Primero crearé el mito, y después la obra”, hoy no dejo de sentir pena por él cada que lo visito en su oficina de recaudación.
En fin en próximas entregas seguiré persiguiendo ese fantasma llamado William Shakespeare aún cuando entiendo que como diría Shelley: “Todos los poemas del pasado, del presente y del porvenir, son episodios o fragmentos de un solo poema infinito, erigido por todos los poetas del orbe”.

Silent, Please

Eran las 10:30 pm y en mi camino hacia mi oficina literaria (el Black), me empecé a sentir mareado. Mi despiste se vio interrumpido por la acentuación de mi descubrimiento: Estaba sólo en el centro.

Pasé por la casa del teniente rey y unos ruidos en la puerta alertaron mis sentidos. Empecé a sentir unas nauseas que hicieron que me detuviera, me sentara en la escarpa y pusiera “Stop” en mi Mp3. El mareo hizo que viera todo en constante movimiento, y un silbido empezó en mi oído izquierdo hasta prolongarse al derecho, en un fuerte y sonoro resoplido. Volteé y no había un alma en la calle. Ni siquiera los perros que pepenan en la basura. Las luces de las casas hacían arder mis ojos. Y pronto caí, como si fuera un Deja vu: todos esto lo experimentan los personajes de Silent Hill. Mi conmoción llegó al clímax cuando sentí el temor de ser atacado por un grupo de animales desconocidos, o por monstruos en forma de maniquíes.

La cordura regresó y puso las cosas en su lugar. Era risible que sintiera temor por esas nimiedades de niño. Cómo era posible, que yo, todo un vejete de 25 años que no puede correr mas de 1km, tuviera miedo a las jugarretas de una mente que se encapricha por tener 10 años. Volví a poner los audífonos en su lugar. Le di “play” a la canción que estaba escuchando (Jigsaw falling into place) y continué mi recorrido hasta tierra santa.

Un olor pestilente fue acentuándose por toda la calle y la respuesta era obvia: no había pasado el camión de la basura. Posters de un carnaval antiguo estaban pegadas en las paredes. Mi conciencia, tranquila ya, empezaba a burlarse de las tradiciones ingenuas de este pueblo purulento. Incluso se burló de mi gran miedo de estar atrapado en un videojuego. Es más, mi vida no era tan interesante como para desentrañar una terrible historia. Era risible, yo en algo tan infantil. Sin embargo, cuando llegué a la esquina, donde está el monstruo del Selem, vi que la calle estaba sellada ¡Como en Silent Hill! Y recordé, en dicho juego los personajes no pueden i a donde deben, porque las calles cerradas son lo que lo impiden. Un sudor helado recorrió mi frente y bajó hasta mi vientre. Las nauseas se acentuaron y un frío sabor metálico de sangre invadió mi paladar. Estaba resuelto a agarrar un palo largo, como en Silent hill, para defenderme de los monstruos que una mente maligna había preparado para mi. La historia la sabía suficiente, y sabía a lo que me atenía: a un a serie de espantos, sangre, mareos, dudas, personajes raros, y difíciles, pero ingeniosos puzzles. Me pegué a la pared y volteé repetidamente a mi alrededor, para que no me sorprendan por la espalda.

Empecé una exhaustiva indagación en mi mente en busca de algún pecado mortal. Pues los personajes del videojuego son llevados al paradisíaco lugar. Rebusqué la basura para encontrar notas y fotos que develen mi estancia en el infierno silencioso. Di con un libro de nóminas del 2006, y al abrirlo vi el nombre de Wilberth Pech subrayado. Esa era una clave. Casi vomito por la afirmación: estoy en Silent Hill. ¡Un campechano en dicho juego! Grité el nombre de Akira Yamahoka, que es el productor y fundador de dicha serie. Pero el eco me devolvía silencio total. Los números que seguían al nombre de Wilberth Pech eran $2400-$1800=4000. No entendí esa operación. Supuse que se trataba de los datos de un posible puzzle. Arranqué la hoja, y la siguiente decía con rojo “No llores frente al que no tiene alma” puta, qué madre era eso, exclamé con temor. Me senté a develar el acertijo. Y después de 20 minutos, y como un experto en el videojuego, di con la respuesta. El no llores era la duda, que persistía, porque era claro que el que no tiene alma era mi reflejo en el espejo. Qué sería eso de “no llores…”Di con muchas posibilidades, pero ninguna era clara. La más cercana era anotar la operación en la pared o en el espejo, pero eso no era seguro. Así que decidí seguir adelante para buscar más pistas.

La calle cerrada era mi primer nivel. Mi mano agarrando con fuerza la vara de madera era la señal de mi violenta pero miedosa creencia. Lo borroso se acentuó y al entrar por una rendija de lo cerrado, vi que se formaba como un callejoncito en las banquetas. Recordé que mi celular tenía cámara y tomé la foto que les presento, y cual fue mi sorpresa que no era mi cabeza lo que distorsionaba la calle, era la calle que se distorsionaba frente a mi. Avancé por los pasadizos artificiales, y me di cuenta que conforme más avanzaba, más estrecho se volvía. Mi experiencia me decía que algo horrible iba a suceder. Empecé a sondear lo que podía ocurrir: podía ser una muerte espantosa de un desconocido a manos de un monstruo terrible que me perseguiría en mi aventura, un cadáver mutilado al que tendría que esculcar para dar con más pistas, una vieja loca que me tentaría para buscar el Metatrón, o una jauría de monstruos en forma de perros que succionan sangre. Apretujé aún más la madera, que casi se adhería a mi mano, y avancé temblando hasta el final de Ex Telmex. Los ruidos se acrecentaban en mi oído, tanto así que invadió mi cerebro. Oí pasos detrás de mí, y le menté la madre a Akira Yamahoka por ser también el director de sonidos del juego. No volteé porque sabía que era un truco, como los hay en el videojuego, los que lo han jugado sabrán de lo que hablo. Un sonido como de sierra oxidada se acrecentaba. Y mi estómago empezó a ceder. Recé como nunca lo había hecho. Y al llegar hasta donde el sonido provenía, vi, horrorizado, a un carpintero que peleaba con un serrucho. Mis ojos transformaban lo monstruoso de lo que hablaba mi cerebro en lo simple de la realidad, y mientras terminaba la transformación una mano tocó mi hombro e hizo que levantara la vara en forma defensiva “con permiso” me dijo un joven flaco con una gigantesca nariz. Dije “propio” y cedí el paso.

La indiferencia fue lo que me hizo preguntarle al carpintero sobre la obra en la que trabajaba. “La verdad no sé que es, yo sólo corto unas maderas que me encargaron”

La ignorancia del señor hizo que bajara mi miedo como cuando sale una gorda de una piscina de niños. Contemplé el escenario que habían construido y le busqué forma. No di con la respuesta. Solté la vara y me fui al Black como si nada hubiera ocurrido. Pude oír a lo lejos una risa burlona que provenía del larguirucho narizón que me pidió con permiso.

Di alguien sabe, el por qué de las catacumbas externas del centro, que por favor me lo diga.

jueves, 17 de enero de 2008

Helicóptero

Por la calle 12 del centro, existe una casa de muy buena presentación, si saben a lo que me refiero, sabrán que lo que ofrecen en esa casa cristiana no son menos sabores que los que ofrece una carnicería. En dicha casa se encuentran las mejores mujeres con precio, en todo Campeche, y eso es algo de lo que se debe hablar aparte. En esta ocasión lo que relataré es algo que pasó en dicho lugar, y la charla sobre ese lugar será para mejor ocasión.

Uno de esos días de soledad, se me ocurrió entrar a dicho recinto de babilonia. Y comprobé que efectivamente había un sin número de bellezas que no se ven ni en el Diamante más relucido. Mi, llámenlo si quieren, fetichismo, me hizo preguntar si había una asiática en el lugar. La matrona, que era un hombre de avanzada edad, y puedo apostar con credencial del Insen en su bolsillo de su Guayabera, me dijo que sí podía satisfacer mi gusto exótico. Pero el inconveniente era de que tenía que esperar a que saliera el afortunado que dios ayudó por levantarse más temprano. El hecho de entrar minutos después de que alguien ya lo había hecho, me parecía tan asqueroso como entrar a un baño justamente después de que había entrado un gordo que acababa de comer mondongo, y cuya evidencia era el olor que emanaba del trono. Pero como ya había acordado con el viejo, la pena no me dejaba objetar nada. Así que esperé en el sillón engomado del loby. Fueron los 10 minutos más fructíferos de mi imaginación, pues esta no dejaba de dibujar en mi mente, todas las mañas que el señor le estaba haciendo a la asiática, y que yo sería víctima de esos jugos que, el anterior a mí, estaba exprimiendo. Eso me hacía temblar desde mi lugar.

El tiempo terminó y la puerta del 4 se abrió. Pude escuchar que la mujer de oriente, con un español mejor que el mío, le pedía que no se fuera, que fue maravilloso el tiempo que estuvo con ella y que jamás había sentido algo así. Que fue la cogida más rica que había tenido. Yo quedé sorprendido del servicio psicológico de la servidora sexual. Me dije que en ese lugar eran muy profesionales, pues laboraban en todos los aspectos, tanto en el corporal como en el mental. Me animé mucho cuando oí lo que decía la mujer. Era seguro que también a mi me lo diría, pues ese es su trabajo. Ya me veía yo oyendo los halagos de la mujer, y yo, como todo un Mesías, persignándola y dejándola queriendo más. Eso sí que hace bien al ego.

Pero todo se torció cuando vi que ella se rehusaba a aceptar el dinero del hombre. Decía que no se atrevía a cobrar, que al contrario, ella le debía más, y le suplicaba que no dejara de ir por ella. No lo podía creer, una puta debiéndole a un cliente. Por un momento pensé, “a lo mejor el hombre es como un tipo de hombre-herramienta y sirve para darle mantenimiento a las prostitutas”. Eso tenía sentido para mí, pero no para la realidad. Y más cuando ella lo sujetaba como los niños que se aferran al juguete que quieren pero que sus padres no le compran. Eso acabó con mi soledad. No podría entrar con la asiática después de haber entrado ese garañón. Sería como una competencia, y a la pendeja, hasta me cobra a mí el servicio del anterior por haber laborado mal. Pero, el viejito, viéndome dudoso, me dijo, “no se apure, joven. A horita que salga el señor, espere 15 minutos para que la dama se arregle para usted”, esa fue la liana que me terminó de amarrar al sillón. Ya estaba resignado a pagar doble, cuando salió el hombre y me di cuenta de que era un conocido. Era Beto Olivares, un amigo de Veracruz.

—¡Qué onda, mi Wil!Puta, que gusto verte.

—Qué pasó Beto. Cuánto tiempo.

—Como 40 minutos—me respondió con una sonrisa malévola.

—Ahh—contesté después entender su fino chiste—ya veo en qué te las gastas.

—Pues ya ves, cómo son las mujeres para con los jarochos.

—Ya me di cuenta. Oye y qué dice tu mamá.

—Allá está, en minatitlán. Pregunta mucho por ti y los demás.

—Ahh. Me la saludas. ¿Y qué haces aquí, en Campeche?

—Fíjate que vine por el trabajo. Es que yo trabajo en Chedraui, allá en Veracruz, y como gerente, me mandaron aquí a Campeche, porque ayer fue la evaluación por zonas.

Por lo que me dijo de su trabajo, entendí que el dueño de Chedraui, aparte dedicarles tiempo a sus caballos, se dedica a viajar al sureste para ver las tiendas que su papá le dejó. Pero en realidad eso no me interesaba. Yo quería llevar la plática con dirección al suceso con la asiática. Pero no encontraba el camino adecuado para encausarlo.

—Y sí, mi wil. He estado viajando estos días. Mañana temprano me voy a Mérida, para después regresarme a Veracruz.

—Ahh. Chingón. Pues cuando vayas a Mérida, puedes ir apartando a las putitas desde hoy, por Internet—dije riendo.

Y vi que su cara tomaba seriedad. Así que pensé que había metido la pata sin antes haber metido otra cosa. Y con cierta seriedad me respondió:

—Yo no tengo que buscar. A mí me buscan—Y destrozó lo serio con una risa pícara, que desahogó mi preocupación.

En ese momento, vi el tiempo justo para preguntarle sobre el suceso.

—Oye, y que pedo con la chinita.

—¡Ah! Eso no es nada. Hubieras visto ayer, todas se me amontonaron como si yo fuera Brad Pitt…

—Achis, achis. Cálmate tú.

—No, neta. Mira si quieres te digo mis secretos, pero en otro lugar. Vamos a la iglesia por un café.

Y dudé, pues desde cuándo los padres dan café. Pero ante la equivocación que él mismo sabía que estaba, empezó a chasquear los dedos y mirar con ojos entreabiertos al techo, como si buscara la respuesta.

—No a la iglesia—me decía—vamos a…este….cómo se llama…donde comen los gringos…

—ahh, la parroquia.

—¡Ándale! vamos, te invito un café y te platico. Ah bueno, si quieres te espero a que te revientes a la chinita.

—No. Mejor ya vámonos, ya no tengo ganas.

—Excelente elección. Porque la verdad es que ya la reventé tanto que quedó como globo ponchado.

—Ahhh. Cálmate Alfonso Zallas.

Al llegar a la parroquia, Beto pidió que nos sentáramos cerca de la puerta, para ver a los “culos”, como él le decía a las bellas mujeres que paseaban en el centro.

Pedí un café y Beto pidió una ensalada, porque tenía que cuidar su físico. Me instó a que pidiera algo más sustancioso, así que pedí una hamburguesa hawaiana con una orden de papas. Y después de que se fue el mesero, le pregunté con aire de broma, para que no notara mi curiosidad.

—Y cual es tu secreto, pinche Beto, ¿Tienes dos y cuatro Güevos?

—No, pero si los tuviera sería Dios—y cuando dijo esto, dos que tres senectos voltearon a vernos, como si fuéramos unos blasfemos, que a decir verdad sí parecíamos—el secreto está en los trucos.

—Qué, ahora me vas a decir que eres David Copperfield.

—No coño. El chiste está en el truco y el chiste del truco está en la maña—apenas terminó de decir esto, el mesero nos trajo lo que pedimos.

—Ahh. Y cual es el truco.

—Mira, ayer que vine a Campeche y cuando terminé de la chamba, pregunté por un putero, me enviaron a “La casa”. Fui, entré pedí una putita. Entré. Actué normal, después hice mis acrobacias y ella quedó tan alucinada que hasta lloró. Me pidió que le diera otra dosis, pero yo me hice el difícil. Y ahí está el secreto del éxito.

—Ahh—respondí con incredulidad, además de con una gran ironía porque sabía que la humildad era algo que había perdido—Pero cómo le haces para que ella se quede alucinada.

—Pues mira, ¿Te acuerdas del video del helicóptero?

Mis ojos eran la respuesta a su pregunta.

—¿No lo has visto?

—No

—Esa en donde una pareja está cogiendo, y el hombre, teniéndola ensartada, la hace como…

—…¡Como helicóptero! , ahh ya me acordé.

—Pues ese movimiento es como una leyenda. Y cuando se lo haces a una mujer, esta queda a tus pies.

—¡Sabes hacer el helicóptero!

—A Wilson— me contestó mientras metía una galleta con ensalada en su boca—Es algo difícil de aprender, pero una vez que le agarras, ya lo tienes.

—¿Y se lo hiciste a las putitas?

—Pues claro, por eso me suplicó la chinita. ¿no la oíste?

—Sí.

—Mira. La cosa se hace así. Primero tienes que estar en forma para poder hacer acrobacias.

—Con razón cuidas lo que comes.

—Pues claro. Una vez que estás en tu peso ideal, tienes que fortalecer tus brazos. Y los tuyos si necesitan una ayudadota, eh.

—Cálmate, Van Damme.

—Una vez que estés físicamente en forma, llega el punto de la práctica…

—Pérate,pérate. Primero dime cómo aprendiste esto.

—Pues me lo dijo el del Internet.

—Ahh cabrón. ¿Lo conociste?

—Sí, me fui a España para interceptarlo en una convención porno en Barcelona.

—Pinche enfermo, ¿fuiste hasta España para hablar con ese cabrón, sólo para aprender a coger?

—Mira, Wilberth, no sabes las puertas que se te podrían abrir con sólo saber coger bien. Mírame, esta gerencia no la gané estudiando.

—Bueno, bueno. Y que pasó con lo que te dijo.

—Mira, la neta es que no me dijo mucho. Sólo me dijo algunas cosas para la técnica. Lo demás yo lo saqué viendo una y otra vez el pinche video. Me di cuenta de que el truco está en el punto de apoyo, que es el vientre, y no la pirinola como todos creen. Porque si fuera el pito y no el vientre, se te tronaría como una ramita.

—Entiendo.

—Wil, te digo este truco para que tú saques provecho. Y te lo digo porque eres cuate. No se lo he dicho a nadie, así que aprecia el tip.

—No, pues muchas gracias Beto.

En ese momento empecé a creer todo lo que me dijo mi Sensei. Me sentí un pequeño saltamontes paseando en las praderas de la sabiduría.

—Mira, wil. Una vez que tienes los brazos, el peso y el abdomen firme, es hora de la práctica. Primero practica en tu cama. Ponte una almohada en el vientre, ¡no en el pito que te lo mallugas! Das unas vueltas, impulsándote con los brazos. En unas semanas ya agarras ritmo. Una vez que lo tienes, es hora de la acción. Primero inténtalo con tu novia, pero hazlo con cautela para que no sospeche que estás entrenando.

—Ok.

—Una vez que te salga el helicóptero, mándala a chingar a su madre.

—¡Pero por qué!

—Para que ella lahaga de escriba y se lo cuente a las amigas. Wil, tú sabes que los héroes no se hicieron grandes por sus peleas, sino por los escribas que relataban sus hazañas.

Quedé impresionado por la riqueza de su lenguaje y la lucidez de su inteligencia. Ya sabía yo, desde la secundaria, que cuando Beto habla de sexo, es todo un sabio que canta.

—oye Beto, pero la verdad no me queda muy claro lo de la practica.

—mira, te voy a enviar unos videos que hice para que te ayuden a orientarte…

—NO, mira no quiero verte en pelotas.

—Ohh que la chingada, tu sí que no quieres salir adelante…Bueno te envío unos dibujos, dame tu correo

Después de darselo me vio fíjamente a los ojos y me dijo

—Debes tener toda tu dedicación en esto.

—Si, Beto, lo juro.

—Ok. Mira, lo que sigue son las mañas. Fíjate que no vas a llegar a hacer el helicóptero,y terminar tu acto. No. Debes trabajar la ilusión.

—¿cómo?

—Sí, coño, trabajr la ilusión, como los magos, ya ves que ellos no llegan y te hacen el truco y ya.No, hacen un tipo de ritual y ponen todas las cosas para que se de una bonita ilusión.

—Ahhh, ya entendí.

—Sí mira, yo te podría dar unos consejos, pero la verdad es que lo mejor es poner tú de tu cosecha. Te recomiendo que des unos besos sondeadotes. Osea que busques el lugar que las prenda. Una vez que lo encuentres, pasa de vez en cuando tu lengua por ese lugar, para que vayas derritiendo su hielo. ¡Aguas! No todas las mujeres tienen el mismo punto.

—Ok. Entendido.

—Después de los besos, juega un ratito con ella. Les gusta que hagas cosas cons sus pechos. A otras les gusta más que las beses mientras jugueteas. Una vez que esté en calor, y decidas ingresar, hazlo como su cuerpo te lo pida. A veces les gusta que lo hagas fuerte, otras (que son la mayoría) les gusta suave. EL chiste es que sientan rico. Y algo que es clave, deja que ella te domine. Eso les gusta un chingo. Y después de un rato de sometimiento, toma tú el control. A veces se sorprenderán por el cambio de batuta, pero eso enriquece el acto. Y cuando tengas el control, y ella no se lo espere, le haces el acto final. Te aseguro que la reacción que ella tendrá será muy estimulante para ti, y tan diversa como las mujeres que te ponches. Unas llorarán con gran emoción, y otras se reirán de felicidad.

—¿En serio?

—Ni me preguntes, cabrón. He visto reacciones, hasta de enojo, por haber tardado tanto en llegar a su vida

Después de terminar nuestra cena. La plática nos llevó a la Iguana, pues no podíamos terminar la enseñanza así porque sí.

—Y mira, pinche Wil. Otro secreto es que tienes que ser todo un profesional con los culitos. Debes mostrarte todo un caballero con ellas para que se te abrán. Tu actitud tiene que decirles “A sus pies, bella dama. Yo sólo quiero cogérmela hasta que quede a gatas” Porque si no eres un poco atrevido, la flojera te chingará. Tienes que ganártelas. Es difícil cuando empiezas porque nadie sabrá de lo que eres capaz. Por eso, el cortar a tu vieja será el primer paso a tu promoción. Es por eso que te doy este consejo: Sé todo un profesional con las mujeres. Y no le hagas el feo a ninguna. Aunque esté tan fea como Lyn May, gánatela, porque una mujer ganada es igual a cinco mujeres dispuestas a dejarse ganar. Eso es el poder del chisme. Y aunque la vieja esté bien fea, es seguro que sus amigas son un racimo de culitos de primera. Por eso, Wil, deja los perjuicios físicos y ponte a chambear. Es todo una inversión a largo plazo.

—Ya veo.

—Sí cabrón. Verás que las viejas, el dinero, y las oportunidades vendrán de golpe. Y lo más importante, tu nombre será coreado entre las viejas de toda la república.

—Qué chingón hablas Beto.

—Si vieras cómo se pelean las viejas por mí. Ayer, después de hacérselo a la putita que lloró. Fue y se lo comentó a sus amigas. Cuando regresé hoy en la mañana, todas ofrecían su tiempo libre par clavar conmigo. Y chécate esto, no pagué ni un centavo. Te recomiendo que empieces a hacerte famoso en los puteros. Pues si corean tu nombre ahí, lo harán en cualquier lugar.

—Muchas Gracias Beto.

Y la noche se terminó, cuando en realidad no quería que terminara. Llegó el día en que se tenía que ir mi mentor y me sentí desprotegido, pues no tendría a quién recurrir en caso de alguna duda.

A los dos días de haberlo dejado en el ADO, en mi correo llegaron sus dibujos que me explicaban el truco. Y a dos meses de haber estado en una dieta rigurosa y las visitas proclives al gimnasio, me han hecho apto para llevar a cabo mis ejercicios. Empecé en la cama con la almohada. Noté la dificultad del ejercicio. Pero en una semana logré dominarlo. Después lo llevé a la práctica con una mujer. Y como no tengo novia con quien cortar para que inicie mi leyenda, tuve que buscar una candidata para que la haga de mi escriba.

Eso ocurrió en el Rum, cuando unos amigos me llevaron a dicho lugar. Estaba muy lleno. Y después de intentar ligar a unas cuantas mujeres, noté que tenía ciertas carencias para poder lograr que se adhirieran a mí. Después de todos los intentos que se podían hacer en el antro, ya no quedó mujer con quién intentar hacer clic. Hasta que llegó una pelirroja artificial con una amiga que parecía su mamá. Y la de rojizo cabello no era una belleza tampoco, es más era un sacrificio para mi próspera carrera como garañón. Me acerqué y le ofrecí fuego a su cigarro. El fuego lamió el tabaco con tal sensualidad que evidenciaba mis propósitos. Y rezando para que no tuviera que sacrificarme más profundamente con su amiga, ella me lanzó una mirada que me dio la señal de “Ya te llevó la chingada”. Tomamos unos tragos, yo de coca cola porque no tomo alcohol, hecho que me dio más puntos, pues le agradó que fuera saludable. Lo bueno que no era tan inteligente como para deducir un posible vicio por mi encendedor que le ofreció fuego a su cigarro.

Después de haber intimado un poco, y de haber aguantado su deficiente habilidad para hablar de cosas mundanas, entré en su vida con vívido interés. Y tanto fue, que con ayuda del alcohol en sus entrañas, logré que me invitara a su casa. Dejamos a su espantapájaros en su casa, y nos dirigimos al hogar de la pelirroja. Entrando, se abalanzó hacia mí, y empezó a besarme como una colegiala en celo. Era evidente que no había tenido sexo en mucho tiempo, por sus errores garrafales en su forma de besar. No sé cómo carajos llegamos a su cuarto. Incluso no recuerdo cómo era, pues el ansia de mostrarle mis habilidades sexuales no me dejaban ver a mi alrededor.

Llegamos desnudos a la cama. Acaricié todo su cuerpo y sondeé con mi lengua su cuerpo, en busca del punto que la hiciera temblar. Encontré dicho lugar, era la cadera, a la sureste de su ombligo. Se revolcaba como se rasca un perrito cada que pasaba mi lengua por ahí. Yo sólo me decía que pronto vendría el momento en que volaría y estaría por encima de los demás hombres. Tendría el estatus de Aquiles, de Hércules, sería un semidios. Llegó el momento de “entrar” en acción. Dejé que me dominara, y para mi sorpresa, ella quería que fuese rudo. Pues rudo me vi. Le asenté unas nalgadas, seguidas de dos cachetadas que calificó como exceso de rudeza. Me disculpé y seguimos el acto. Fue turno de que yo llegara a dominar. Ella se sorprendió gratamente al ver que yo llevaba el mando. Empecé jalándole el pelo, e insultándole. Cosa que la hizo sentir divino. Le decía “órale, pinche roja falsa” “Mueve el culo perra morena” Y cuando vi el m omento para que llegara el clímax, la puse en cañoncito, y me impulsé para dar las vueltas. Cuando di la primera, ella gimió de alegría que me desbarató emocionalmente. En ese segundo le di gracias, en silencio a Dios por haberme mandado al ángel de mi amigo Beto. Ella no podía creer lo que había hecho, al igual que yo. Sus ojos estaban vidriosos y con una expresión de asombró que no parecía la misma cara que había visto en el Rum. Cerró los ojos como pidiéndome otra vuelta. La segunda fue de confirmación, y la gemida era más un sollozo de alegría. La tercera vuelta logré escuchar un te amo, y en la cuarta escuché un tronido, como si se hubiera reventado un globo. Quedamos sorprendidos por el ruido que provenía de nuestro empalme. Un dolor me vino de menos a más, como si se me engarrotara mi miembro. Ella se asustó y me preguntaba si estaba bien. El dolor era visible en mis ojos, pues los tenía tan cerrados y parecían culos de perro.

Ella, se sentó y me abrazó. El dolor se me pasó. No sabíamos que había pasado. Al otro día me acompañó al urólogo. Este me dijo que tenía un desgarro en el miembro. Que no podía tener sexo, ni manualmente, por unos cuantos meses. Naomi, me besó en la frente, y nos retiramos del consultorio. Me llevó a mi casa y quedó en irme a ver. Me decía de cariño “maravilloso”.

En mi casa, me comuniqué por Internet con Beto y me dijo “Eso es signo de que ya no eres virgen, lo que oíste es como tu himen. No te preocupes. Bienvenido a las grandes ligas.”

Después de esa plática me sentí muy bien, pues en unos meses volveré al juego.