Crónicas de un encuentro parafílico

De camino a Tuxtla pude haber imaginado muchas cosas. Quizá pensar en mi primera presentación en público amparada por mis propios textos, o imaginar con cierta inquietud cómo sería aquella ciudad próxima a posarse ante mis ojos. Debo confesar que la mayor parte del trayecto vigilé aferradamente cada uno de los barrancos que íbamos cruzando, pues desde hace algún tiempo el vértigo se ha convertido en un pequeño obstáculo para mi andar cotidiano. Sin embargo, nunca imaginé que una de las primeras imágenes que divisaría al llegar a la mencionada ciudad, sería al poeta campechano accidentalmente conocido por todos y cuyo nombre corresponde a las sílabas Pe-Pe-Lan-Da.

Y es que Landa es, como ya mencioné antes, accidentalmente conocido en la bohemia campechana. Sus apariciones intempestivas lo han convertido en una suerte de leyenda sólo superada por la popularidad de La X´tabay. Pero el punto es que ahí estaba, con un par de maletas retirándose del hotel, en aquella ciudad claustrofóbica de cuatro paredes de montañas. Justo al tenerlo a un costado, pronunció unas palabras que en su boca sonaban poéticamente al colega que me acompañaba. Porque en Landa todo es poético: las vocales, consonantes, lo que suda, los silbidos a las chicas. Incluso las amenazas en él adquieren un tono de héroe romántico del siglo XIX. Reproduzco el diálogo en su integridad:

J.M: ¿Qué pasó poeta...?
P.L: Vamos
J.M: ¿A dónde caón?
P.L. Vamos, Vamos.
J.M: Pero si apenas…
P.L: Acompáñame al ADO, ahorita venimos, ¡Vamos!

Este diálogo me anticipó implícitamente lo que más adelante vendría a serme comentado por quienes habían llegado antes al encuentro. Está demás que yo lo diga, los que están leyendo este artículo sabrán con certeza el final de aquella historia. Así pues, me permito ordenar gustosamente todos los puntos que pude sacar de este encuentro. No sin antes agradecer a Alejandro Aldana, al Tío Roli y a David Andrade, este esfuerzo que logró fundirnos en este torrencial, místico, parafílico y por supuesto, literario congreso.

1. Pepe Landa, su nombre es peligro. Nadie como él para condimentar esta magna tertulia. Si no, díganme, ¿De qué habríamos hablado toda la semana? ¿De una sarigueya?. José Landa sirvió para que todos tuviéramos qué contar. Si Mónica Garza tuviera buen ojo, sacaría una buena emisión de aquí. Todos con una visión muy particular de la misma historia. Porque hasta quienes no lo vieron, como yo, tienen algo que decir sobre el divo de Carmen.

Lo realmente curioso fue que a partir de aquel suceso que lo inmortalizó en la memoria de todos los jóvenes que asistimos a ese encuentro, comenzaron a enmarañarse un sinnúmero de historias que lo ubicaban como eje. Todas ellas con el formato de una leyenda urbana: Participantes de otros congresos aportaron información sobre otras Landadas cometidas al amparo del alcohol… así que esto descartaba totalmente la teoría del comiteco.

Como nota adicional, debo preverles de un suceso extraordinario que mantiene atemorizados a quienes integran la agenda telefónica del mentado sujeto: Corre el rumor sobre un mensaje que aparece inesperadamente en los celulares de algunas personas… Si lo recibes, sálvate lo antes posible, omite su lectura, y no organices fiestas a un radio menor de dos kilómetros de su autor… si no lo logras, corres el peligro de que irrumpa sorpresivamente en tu reunión y entonces, sólo entonces, lamentarás no haber hecho caso a este comentario.

“Me complace compartirles la noticia de que he ganado el Premio Internacional de Poesía de Quetzaltenango, Guatemala”

2. Sin duda alguna, después de Pepe Landa, quienes más dieron de qué hablar fueron los tabasqueños. Nos demostraron que para aguantar vara en este desquiciado mundo, sólo es necesario poseer un buen hígado que aguante estoicamente las punzadas del comiteco y otros tipos de alcoholes.

Caso especial fue el de mi compañera de cuarto, de cuyo nombre no quiero acordarme… pero que para ubicarnos mejor, diré que fungió como acompañante esporádica de un joven ítalo-veracruzano llamado ya saben cómo. Para resumir: La primera estampa que vi de ella fue la de una chica migrañosamente cruda… y la última también. En el intermedio, una religiosa borrachera que día con día acrecentaba sus más histriónicos comentarios y ponía su líbido en dirección a cierto joven xalapeño. No sé qué tan cierto sea, pero todos comentan haberle esquivado un beso en algún momento. No sé qué tan cierto sea, pero algunos narran asombrosas faenas de escape hacia sus improvisadas conversaciones.

Otro que dio la nota fue Garreda, quien a su salida del hotel tuvo que ir rebotando por toda la pared para no dar un paso en falso. Asimismo se cuenta por ahí que se le encontró un día roncando bajo una mesa de la palapa, aunque cabe aclarar es un rumor. También Turbomán sorprendió con sus dotes conquistadoras y su exhibicionismo nocturno -Tranquilo man, no revelaré que vagabas por los pasillos de tu cuarto en trusa-. Y la otra chica nos mostró que se puede ser un buen fabulista erótico: Su maravillosa historia del hamster introducido en un brevísimo ano a través de un tubo posteriormente incendiado, ha hecho que a estas alturas los campechanos sigan sosteniendo curiosos debates para concluir qué pasó con el hamster. Ni hablar de la langosta con tendencias maternales.

3. Un día verdaderamente surrealista fue aquel en que tuvimos que pasar la noche a oscuras. Debo confesar que las chicas hicimos uso de toda la delicadeza que traíamos guardada, y soltamos sendos gritos al observar una mancha blanca que se movía por el piso. Se decidió entre todos que era una sarigüeya y así se cuenta la anécdota hasta ahora.

Como buena colega, me apunté para heroína y me puse a repartir velas por todo el hotel. Juanito Magaña y Víctor Grajeda tardaron media hora en abrir la puerta y al asomarse traían tal cara de espanto, que hizo que yo también me espantara y les dejara rápidamente la vela mientras corría hacia mi cuarto. Noche memorable, todos caímos sobrios y cansados.

4. Otra historia que dio tela de dónde cortar fue la búsqueda del santo grial chiapaneco, mejor conocido como Mamita´s. Todo comenzó cuando Juanito Magaña, autodesignado guía de la ciudad tuxtleña e invadido por la lasciva necesidad de ver viejas en cueros, acudió a pedir información sobre algún lugar que pudiese cubrir sus expectativas. Es entonces cuando un joven dependiente del Extra le da una lista de varios lugares que, sin embargo, son eclipsados ante la aparición efímera de un nombre que cala sobre su conciencia: Mamita´s, que se define desde su mismo título. Sin duda alguna, Juanito Magaña ve terminados sus incontables días de ausencia visual-carnal y emprende la búsqueda de ese quimérico lugar junto a un ejército de aguerridos valientes. Resultado: Una empapada brutal y demanda de Analgen´s donados por el GL. Al día siguiente, regresaron al mismo lugar y casi caen del susto cuando observan que no hay ningún Extra donde se suponía que estaba un día antes. De Mamita´s, ni hablar. Todo permanece en misterio y Juanito resiente todos los días lo que pudo haber sido una noche fecunda.

5. El mismo encuentro ofreció en su desarrollo otra cantidad de buenas anécdotas. Destaca la inacabable letanía del Sr. Matamoros, quien aprovechando el tiempo restante, se dispuso a pronunciar un brevísimo discurso de más de 17 apartados, mientras la muchedumbre agonizaba de sueño y de cansancio sobre sus asientos. Y cuando ya nos disponíamos a gozar de una merecida siesta, el susodicho dio por concluido su ensayo mientras una Goldie Hawn fascista sentada a la derecha del teatro gritaba amenazantemente: “Nadaaaa de reclamos, los reclamos que se vayan a sus casas” (sic). Acto seguido vi a un asustado Rodrigo Solís acurrucarse sobre su asiento cuál tortuga metiéndose dentro de su caparazón.

6. Un reclamo para la secretaría de turismo del Estado de Chiapas: Aguas con esas venteras que al más puro estilo Furby repiten una y otra vez: “Cómprame, cómprame”. Aún no tengo claro si en realidad se me estaban vendiendo, pero el hecho es que terminé con una bolsita de souvenirs que ni siquiera me fijé haber comprado.

Bueno, dejando payasadas a un lado, externo con seriedad un agradecimiento para Alejandro Aldana, Rolando Mazariegos, David Andrade y todos quienes participaron en la organización de este encuentro. Es realmente alentador observar un amplio panorama de la literatura que se está haciendo en el sureste, y darse cuenta de que hay vacantes para los jóvenes que apenas nos abrimos camino en esto. No denosto ningún texto, porque son tan sólo una muestra de la variedad de propuestas construyéndose sobre nuestra región, independientemente de que sean o no de mi gusto. Afortunadamente, yo no decido a dónde va la literatura. Felicitaciones adicionales para los escritores de la tierra del Chunko, acabo de terminar de leer la antología de cuentos, y me ha dejado un grato sabor de boca.

P.D. cierto, este blog está abierto para todo quien quiera escribir en él, envíenme un correo para darles access. El propósito es que aquí mismo tengamos un espacio para tallerear nuestros textos - Cuando se agote el Landagate-.